El mundo despues del 11 de septiembre
EL MUNDO DESPUES DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001:
Terrorismo vs. Terrorismo de Estado
Por Ph. D. Giovanny Cardona Montoya
El Contexto
Tan importante como los sucesos del 11 de septiembre de 2001, cuando sobre los cielos de los EE UU voló el ángel de la muerte y la destrucción, es el contexto en el cual se desarrollaron dichos hechos.
El fin de la guerra fría marcó cambios significativos en la geopolítica internacional, eliminando la confrontación ESTE OESTE, mitigándose la preocupación de las naciones europeas por una posible invasión militar o, al menos, ideológica desde Rusia.
La desaparición del “imperio del mal”, en palabras del expresidente Reagan, y la despreocupación de Europa Occidental por una posible confrontación, abrieron el camino para que EE UU se erigiera como potencia hegemónica en el plano militar y con deseos de consolidarse en otros ámbitos: el ideológico y el económico, principalmente.
Al finalizar la confrontación ESTE OESTE, quedaron huérfanos de padrino ideológico, un conjunto de conflictos étnicos, religiosos, territoriales y de otra índole, a nivel regional; los cuales han sido conocidos como de baja intensidad. El fin de la guerra fría, mas que ayudar a mitigar estos conflictos lo que ha permitido es que atizarlos sea fácil, sin que para ello se requieran intereses directos de las grandes potencias; lo que no significa que no éstas no vayan a intervenir.
El ataque sobre los cielos estadounidenses también se ha desarrollado en un contexto político especial para este país. Después de las elecciones más reñidas que se conozcan en la historia de los EE UU, la línea dura de la política norteamericana se impuso sobre un ala moderada que se había consolidado socialmente.
George W. Bush, quien tiene los antecedentes de ser uno de los gobernadores (en Texas) que más penas de muerte ha ratificado, y que desde su campaña demostró tener posiciones duras frente a la política exterior, se erigió como presidente de los EE UU.
Bush, conservador y autoritario, coloca sobre la palestra de la política exterior, un bajo perfil frente a procesos que no son de su interés, y una posición intransigente frente a los temas de interés para EEUU.
Por último, la situación del Cercano y Medio Oriente vivía momentos particulares: el conflicto árabe israelí, a pesar de sus dificultades conservaba las esperanzas de consolidar un proceso de negociaciones con un fin concreto: paz para los israelíes a cambio de tierra para los palestinos. En este mismo contexto, Afganistán consolidaba un viraje de su anterior proceso de occidentalización hacia la islamización de su sociedad, bajo el control de los talibanes, otrora aliados de los EE UU en la lucha contra los gobiernos pro soviéticos en los ochentas.
Por último, el régimen Bagdad continua siendo piedra en el zapato para los EE UU puesto que la balanza geoestratégica se mueve hacia el antinorteamericanismo. Esto debido a que Arabia Saudí siente el contrapeso ya no solo de los Ayatolas, sino también de un sobreviviente transformado en mártir por el Islam: Saddam Hussein.
Las consecuencias internas
El ataque a las torres gemelas sacudió a la población estadounidense, colocó a los temas de seguridad y a la política internacional en el primer plano de la agenda ejecutiva y legislativa de ese país y rescató, de entre los escombros de las edificaciones destruidas, la vieja teoría del politólogo Samuel Huntington: El Choque de Civilizaciones.
Los norteamericanos descubrieron que ellos también eran vulnerables, que la guerra podía ser en su territorio, que los muertos podían ser suyos y que tierra bañada de sangre podía ser la suya. Los estadounidenses supieron que la nueva confrontación se podía desarrollar en los EE UU y no allende sus fronteras, como acostumbraban.
Para el gobierno y el congreso de los EE UU, el tema del medio oriente ganó vitalidad. Cuando todo parecía indicar que la administración Bush le iba a bajar el perfil a su participación en las negociaciones en el conflicto palestino y que su posición frente a Irak iba a ser una e indiscutible para sus aliados, se presentó este suceso que ha obligado a revisar las estrategias de EE UU en el plano internacional.
El mundo árabe se ha convertido en prioridad y la complejidad del tema ha hecho que las posiciones preconcebidas que se tenían sean revisadas. Cualquier decisión que se tome puede tener consecuencias impensables. Las decisiones de hoy tienen un mayor nivel de riesgo (militar y político) al interior del país, hecho que no sucedía antes.
Igualmente, el concepto de seguridad nacional ha sufrido un movimiento geográfico. Antes del 11 de septiembre, la seguridad nacional de los EE UU se vigilaba de fronteras para afuera, ahora se ha invertido la situación: el peligro puede estar de la frontera para adentro.
En consecuencia, las libertades individuales, la privacidad e, incluso, la suprema propiedad privada tendrán restricciones. La seguridad nacional se superpone por encima de los derechos individuales. Esto implica un cambio fundamental en una sociedad acostumbrada a vivir bajo criterios de individualismo casi ilimitados (al interior de su país). La defensa, precisamente, de ese estilo de vida requiere de sacrificios, de recortes de libertades y esto incidirá en las costumbres y cultura de un país altamente influyente para el resto del mundo.
Las consecuencias externas
El gendarme del mundo está herido y eso lo ha revitalizado. Ahora tiene un compromiso con el mundo pero especialmente consigo mismo. Una combinación de responsabilidad para con el mundo con deseos de venganza iluminará el camino de la diplomacia norteamericana. Habrá que redefinir el eje del mal para cabalgar, cual caballero cruzado medieval, tras su captura.
El aparato militar y la industria bélica tienen un segundo aire que legitima nuevas inversiones en armamento y operaciones en un nuevo teatro de guerra. Indiscutiblemente, Osama Bin Laden, ha unido a los norteamericanos en su contra y los amigos de la guerra no perderán la oportunidad para lucrarse de esta alianza.
Por último, ahora más que nunca, por lo menos desde la última declaración de guerra a algún país por parte de los EE UU, es indispensable para este país que no exista una Corte Penal Internacional que juzgue a sus soldados. Para la diplomacia militar norteamericana es necesario que sus manos estén libres para actuar sin restricciones en cualquier lugar del mundo que consideren estratégico para su seguridad. El ejército norteamericano necesita que se garantice que sus soldados no serán juzgados por sus actos ni ahora, ni nunca.
Visto desde lo externo, el mundo árabe se polariza. Estados Unidos es un aliado de Arabia Saudí y otros países del golfo, pero la población islámica de la región mira con recelo a un país que por muchas razones representa la negación de sus valores. Los fundamentalistas islámicos de la región, Palestina e Irak tienen un caldo de cultivo en los errores que cometa EE UU, para avanzar, cada uno en sus respectivas pretensiones. Y, es claro, que aunque las pretensiones de palestinos, iraquíes y fundamentalistas no tienen que ser las mismas, la verdad es que hay un blanco común: Israel.
Giovanny Cardona Montoya
Director Comercio Internacional
ESUMER
0 comentarios