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Entorno Economico

el dinero y la riqueza en la sociedad

El dinero ha sido protagonista fundamental de la historia económica de la humanidad. Desde el momento que surgió el comercio, los grupos sociales entendieron la necesidad de buscar un “objeto mágico” que diera satisfacción a las necesidades de todos los integrantes de la comunidad  económica a través de los intercambios comerciales.

 

Lo que pocos imaginaban era que el dinero, al obtener su mayoría de edad, se independizaría para dejar de ser el “aceite” del engranaje económico y convertirse en una máquina capaz de generar riqueza por si misma.

 

La neutralidad del dinero ha quedado atrás, su papel como facilitador de las transacciones comerciales se ha convertido en un rol secundario, para asumir el protagónico de creador de riqueza en la esfera de circulación, mientras destruye la que se genera en el ámbito de la producción.

 

Esta afirmación que parece catastrófica, sólo pretende reconocer lo que muchos analistas ya han aceptado: el capital financiero internacional tiene una desproporcionada magnitud, a la vez que se guía por principios y reglas de juego que no son consecuentes con las características y necesidades de los sectores primario (agropecuario y minería) y secundario (manufactura) de la economía, particularmente de los países con menores niveles de desarrollo.

 

Como lo afirma Manuel Castells: “Sólo en los Estados Unidos, el año último(2000), se procesaron en los mercados de acciones y obligaciones cerca de cien billones de dólares, esto es, diez veces más que su PIB. Y en los mercados de divisas se intercambian diariamente cerca de 2,3 billones de dólares, más que el PBI de Francia o del Reino Unido. A eso se suma la turbulencia de los grandes medios globales de comunicación e información”[1].

 

La especulación en el mercado bursátil (los capitales golondrina, las operaciones over night, los flujos de inversiones de cartera, etc.) se ha convertido desde hace muchos años en el principal componente de las operaciones del mercado financiero internacional. Comprar dólares baratos para venderlos caros, vender acciones o bonos públicos a un precio para luego recomprarlos a una tasa inferior, son una constante del mercado mundial de capitales.

 

Si bien podemos tener dudas sobre la globalización del mercado mundial agropecuario o sobre la apertura internacional a algunas de las manufacturas en las que los países en vía de desarrollo aún poseen ventaja comparativa, la verdad es que es indudable que el dinero se mueve a través de las fronteras con un pasaporte diplomático que le permite trasladarse de país en país extrayendo ganancias de cada mercado que visita.

 

Porque reconocemos la realidad de este mercado, es que consideramos necesario analizarlo, interpretarlo, entender su origen, su evolución y sobre todo las características que explican su funcionamiento. Este texto solo pretende dar claridad sobre algunas de estas variables, para que nuestros futuros empresarios puedan tomar decisiones minimizando sus riesgos y aprovechando las oportunidades que se derivan del conocimiento de los determinantes del mercado de dinero y de cambios internacionales.

 

Nuestro texto se fundamenta en los elementos de la economía, particularmente de la macroeconomía y de la historia económica, para ubicar a quienes en el futuro tomarán decisiones de empresa en el contexto monetario que puede afectar positiva o negativamente el futuro de los negocios.

 

Este manual pretende analizar el entorno monetario y  cambiario como contexto que incide sobre la evolución de las empresas. En un primer momento se hace un recuento histórico del dinero y del sistema monetario y cambiario internacional, pretendiendo aclarar algunos de los principios lógicos que explican el comportamiento de las tasas de interés y de los tipos de cambio.

 

En segundo lugar, estudiamos los sistemas cambiarios y la tasa de cambio. De las características, reglas de juego y actores que compongan estos sistemas depende en gran medida la evolución de la segunda. Por lo tanto, exportadores e importadores deben conocer los sistemas cambiarios si desean tomar decisiones con un nivel reducido de riesgo.

 

Con el fin de aproximar al empresario a una comprensión muy real del mercado de divisas, hacemos especial énfasis en el estudio de la relación entre los tipos de cambio y la tasa de inflación. Igual tratamiento se le da a la tasa de interés.

 

Con lo anterior pretendemos que los estudiantes de programas de formación administrativa (administración de empresas, finanzas, administración del mercadeo o del comercio exterior) se alejen de la concepción nominal de los indicadores económicos para que entren en el estudio de los indicadores reales de la economía. Particularmente, consideramos pertinente este texto para los estudios relacionados con comercio internacional, administración de negocios internacionales y mercadeo internacional.

 

El enfoque económico que se le da lo hace útil para el estudio de la teoría del comercio internacional en los cursos de introducción a la economía y al comercio internacional. 

 

Por último, nuestro documento pretende dar unos lineamientos generales sobre los arbitrajes y las operaciones que se realizan en el mercado cambiario, invitando a los empresarios a conocer las operaciones de cobertura que se pueden realizar a partir de un conocimiento de la relación que existe entre las diferentes cuentas de la balanza de pagos y la tasa de cambio y entre esta última y las políticas macroeconómicas del Estado.

 

Esperamos, entonces, que este material académico sirva realmente de apoyo para el fortalecimiento de la educación de nuestros tecnólogos y universitarios en un tema tan importante para el desarrollo empresarial: el dinero y las divisas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Castells, Manuel,  La Nación 11 marzo 2001.

     

la industria cultural y el TLC Colombia Estados Unidos

La industria cultural como objeto de negociación en el sistema multilateral de comercio y en los procesos de regionalización: elementos fundamentales para su comprensión[1].

Dr. C. Giovanny Cardona Montoya

 

Resumen

Las negociaciones de acuerdos de integración generalmente no tienen un espacio especialmente definido para los temas culturales y, aunque se ha recomendado que este sector reciba tratamiento como un capítulo independiente en las negociaciones comerciales, la experiencia internacional ha reconocido que dada la amplitud de los temas de índole cultural, resulta más conveniente abordarlo como un concepto transversal. Esta última propuesta se explica por que se trata de productos difíciles de cuantificar y, especialmente, por que los temas inherentes a la industria cultural tienden a relacionarse con diferentes mesas de negociación: la de acceso a mercados, la de inversiones, la de comercio de servicios o los debates de propiedad intelectual.

 

Términos claves:

Industria cultural, propiedad intelectual, nación más favorecida, trato nacional, comercio de servicios, reserva cultural.

 

Introducción

A pesar de no tener una mesa propia, las negociaciones comerciales regionales tienen efectos significativos en el sector cultural, no sólo desde el punto de vista económico sino también por tocar un componente fundamental de identidad de los grupos sociales que conforman a las naciones que participan en las negociaciones (Araujo, 2003, pág. 15). Los bienes culturales tienen relación con los valores, tradiciones, lengua y otros aspectos sociales inherentes a la identidad de un pueblo o nación.

 

Es por lo anterior que la globalización y la liberalización comercial despiertan suspicacias en los sectores sociales involucrados a la actividad cultural, quienes ven en el libre comercio de bienes culturales el peligro de la pérdida de la diversidad cultural, siendo ésta desplazada por una homogeneización de hábitos de consumo, hábitos de producción y otros valores culturales de un país o región.

 

1. ¿Qué es la industria cultural?

Para hacer tangible nuestro objeto de estudio es necesario dar una definición que nos permita comprender de qué se habla cuando se plantea el tema de los productos de la cultura. Las industrias culturales son aquellas que abarcan la creación y producción de bienes y servicios comercializables con contenidos intangibles de naturaleza cultural. Son bienes y servicios en los que se integran modos de vida, valores, ideas y que para efectos de su protección requieren de una reglamentación de derechos de autor (Rey, 2003, pág. 8)

 

Dentro de esta definición es relevante resaltar los conceptos de patrimonio cultural y conocimiento tradicional, los cuales hacen parte de lo que denominamos conocimientos intangibles que diferencian a esta industria de otros sectores. De hecho, la preservación de este patrimonio y este conocimiento son dos de los más importantes reclamos de quienes consideran que la restricción al comercio internacional de bienes culturales es una estrategia para garantizar la preservación de la diversidad cultural.

 

El patrimonio cultural involucra los bienes tangibles de culturas autóctonas desaparecidas y los intangibles de grupos culturales aún existentes. Este patrimonio tiene cuatro características que lo definen:

-          Es propio de comunidades o grupos étnicos,

-          Se ha transmitido de generación en generación,

-          Es recreado por estos grupos en su relación con el entorno y

-          Provee a estos grupos de identidad colectiva (Rey, 2003, pág. 15).

 

2. Aspectos comerciales de la industria cultural y de audiovisuales

A partir de la ronda de Uruguay del GATT, en la cual se dio origen a la OMC, el espectro de negociaciones del comercio mundial se amplió para pasar de los temas relacionados con las exportaciones e importaciones de bienes a los llamados acuerdos de nueva generación, en los cuales quedaron involucrados temas como el comercio de servicios, las inversiones extranjeras, la propiedad intelectual entre otros.

 

Como resultado de esta nueva dinámica, tanto las negociaciones multilaterales de Doha[2], como los acuerdos regionales han extendido el número de mesas de negociación de las cuales destacamos cuatro en las cuales se ve involucrado el comercio de servicios culturales y entre ellos los audiovisuales:

-          Acceso a mercados,

-          Comercio de servicios,

-          Inversión extranjera y

-          Propiedad intelectual.

 

La industria cultural involucra, en el marco de la definición de su producción como proceso, las siguientes actividades: publicaciones impresas (revistas, libros, diarios, semanarios, etc.), producción y difusión de cine y video, grabación y publicación de música y producción y transmisión de programas de radio y televisión. Los bienes que produce esta industria pueden ser de entretenimiento o de información y se pueden comercializar en los mercados nacionales e internacionales. Mientras tanto, los servicios culturales son aquellos que permiten desarrollar las prácticas culturales: servicios de comunicación, representaciones teatrales y otros.

 

En la clasificación del GATS sobre los servicios culturales, un lugar especial ocupan los servicios audiovisuales, los cuales comprenden:

-          Distribución de películas, programas radiales y de televisión, 

-          Producción y distribución de videos caseros,

-          Operación de señales de cable y satélite,

-          Transmisión y difusión de radio televisión.

 

A pesar de estas clasificaciones es importante destacar que para la UNESCO no existe aún una definición única y estandarizada de lo que son servicios culturales, lo que dificulta una definición precisa para hacer negociaciones relacionadas con este sector. Incluso, casos como el de los libros on line que tienen una versión idéntica en material impreso no es claro si se deben definir como servicio o como bien virtual (Rey, 2003, pág. 12).

 

Los bienes y servicios culturales se tratan en el comercio internacional como cualquier otro que se intercambie entre países. Los servicios culturales, como los demás servicios, son más complejos de definir y analizar que los bienes, esto debido a su carácter de intangibles que no traspasan una frontera fija ni se hallen gravados con aranceles. Para su negociación, el GATS define cuatro modos de comercio de servicios:

-          Comercio trans-fronterizo de servicios,

-          Consumo de servicios en el exterior,

-          Oferta de servicios con presencia comercial,

-          Oferta de servicio con desplazamiento de personal.

 

Los dos primeros modos son claros y se negocian bajo unos principios muy definidos. En el primero, el servicio se exporta de un país a otro (diseños de ingeniería, por ejemplo), mientras que el segundo hace referencia a casos como el del turismo internacional o la reparación de embarcaciones marítimas o aéreas, en los cuales el usuario del servicio se desplaza al país del proveedor.

 

El tercer y cuarto modos de prestación de servicios son más complejos, el tercero involucra inversión extranjera (instalar una empresa de servicios en otro país) y  el cuarto implica desplazamiento de expertos para la prestación de servicios, lo que conlleva trámites de visas y permisos de trabajo. Por lo anterior, estos regímenes tienen un tratamiento especial en las negociaciones de los procesos de integración regional.

 

3. Importancia económica de la industria cultural.

Para dimensionar la importancia de este sector en la economía podemos decir que de acuerdo con la UNESCO, el comercio de bienes culturales representa cerca del 2.8 % de las importaciones mundiales, y en cuanto al comportamiento de las industrias culturales y del entretenimiento a nivel mundial, se constató que presentan un crecimiento más acelerado que el de otros sectores manufactureros y de servicios y, de acuerdo con la UNESCO, el crecimiento mundial del sector alcanzó el 300% para el periodo 1980 - 1998, alcanzando una cifra de US$1,6 billones (Getino, 2001). Esto equivale al 12% de la producción industrial del mundo,  unas 18 veces el Producto Interno Bruto (PIB) colombiano de 2002 (Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, 2003).

 

Igualmente podemos resaltar que en 1992, sólo la industria editorial representaba casi el 4% del PIB de Estados Unidos, y en general la industria cultural ocupa el segundo puesto en exportaciones mientras que en Canadá genera de manera directa el 5% de los empleos (Robert,  2000).

 

Independiente de los anteriores datos, la realidad es que la evolución de la economía se mueve en dirección del crecimiento del sector servicios en detrimento de la participación de los sectores manufacturero y agropecuario, lo que le deja a la industria de la cultura un caldo de cultivo para su expansión como referente principal de la sociedad de la información. La importancia de este sector no sólo es evidente en los países industrializados, experiencias como la de México en el NAFTA muestran que países en vía de desarrollo pueden tener un escenario favorable de inserción en el comercio exterior a través del comercio de bienes culturales. Según la UNESCO, México llegó a tener en 1998 un superávit de 5 mil millones de dólares en el intercambio de la industria de la cultura (UNESCO, 1998).

 

4. La  Propiedad Intelectual.  

Uno de los factores relevantes para el desarrollo de la industria de la cultura es el manejo de patentes y licencias para la protección de la propiedad intelectual y para la comercialización de los bienes y servicios de ésta. De hecho, en los tratados comerciales como el TLC, se destina una mesa especial de negociaciones solamente para abordar este tema. La propiedad intelectual comprende los siguientes dos tópicos:

-          La propiedad industrial, y

-          Los derechos de autor.

 

En el caso de la industria de la cultura el ítem fundamental es el de derechos de autor, el cual pretende la protección de las obras literarias, artísticas, fonográficas, cinematográficas, radiales, audiovisuales y televisivas. La legislación de derechos de autor protege a los creadores, determina los aportes que hacen los intérpretes y los productores al valor artístico de la obra y permite definir la remuneración que deben recibir por dicho aporte. Los derechos de autor se protegen mínimo por cincuenta años, durante los cuales el autor es retribuido por su obra (Rey, 2003, pág. 14) 

 

Los derechos de autor se dividen en derechos morales y derechos patrimoniales. Los derechos morales tienen que ver con el reconocimiento afectivo al autor por su creación pero, a la vez, desde el punto de vista comercial,  defienden el derecho del creador a ser el único con la potestad de modificar o transformar la obra. Este último punto le da una connotación especial en los tratados comerciales a los derechos morales de autor.

 

Los derechos patrimoniales, de otro lado, dan, al a quien los posee, la posibilidad de lucrarse económicamente por la difusión o reproducción de la obra. Quien posee los derechos patrimoniales puede distribuir y comercializar el producto o servicio cultural.

 

En el marco de los acuerdos multilaterales, los Acuerdos sobre Derechos de Propiedad Intelectual (TRIPS), establecen los estándares mínimos de protección a la propiedad intelectual y cubren aspectos como derechos de autor, marcas, indicaciones geográficas, diseños industriales, patentes e información confidencial (Rey, 2003, pág. 21).

 

En la dinámica de los procesos de negociación para tratados comerciales, existen dos corrientes sobre la interpretación de los derechos de autor y los criterios que determinan su protección. Una corriente doctrinal establece que los derechos morales de autor son inalienables, esto significa que sólo el autor tiene la potestad de editar o modificar una obra. Por lo tanto, quienes poseen los derechos patrimoniales no pueden alterar el contenido de un bien servicio cultural sin el permiso expreso del autor. Esta situación mengua el beneficio de la posesión de los derechos patrimoniales de autor y por ende reduce la posibilidad de hacer uso comercial de la obra.

 

La segunda doctrina es la de aquellos negociadores que consideran que quien posee los derechos morales no tiene ninguna incidencia sobre la comercialización de la obra, a no ser que sea poseedor de los derechos patrimoniales. En este caso, la modificación de la obra (mutilación, edición, etc.) es un derecho de quien posee los derechos económicos. La pregunta en este caso consiste en saber si la doctrina norteamericana y la colombiana confluyen o se confrontan en el proceso de negociación. Dos países que poseen doctrinas antagónicas tienen mayores dificultades para llegar a acuerdos en materia comercial.

 

Los estándares de protección mínima de la propiedad intelectual están dados por los acuerdos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual la Convención de París sobre el tema y la Convención de Viena sobre la Protección de Obras Literarias y Artísticas. Bajo TRIPS todo lo estipulado en estas convenciones es de obligatorio cumplimiento con excepción del tema de derechos morales de autor.

 

5. La Inversión Extranjera y el sector cultural

Los acuerdos sobre inversión extranjera también tienen una incidencia sobre el comercio de bienes y servicios de la industria cultural. En el caso de bienes, los tratados multilaterales se rigen bajo los principios de los Acuerdos sobre Aspectos de Medidas a la Inversión Extranjera Relacionadas con el Comercio (TRIMS) y la inversión en el sector servicios se guía por los acuerdos GATS con respecto al tercer modo de prestación (presencia comercial).

 

Los TRIMS pretenden que se conserven los principios de cláusula de la nación más favorecida (NMF)[3] y trato nacional (TN)[4] y que no se establezcan restricciones que exijan componentes de producción nacional en los productos, a la vez que ratifican la  disposición del GATT de prohibir los regímenes de cuotas o contingentes (OMC, 1994, artículo IX). En el caso del GATS, sí se permiten algunas restricciones que pueden involucrar cuotas, límites a la participación extranjera y  modalidad de empresa conformada.

 

 6. Reserva Cultural

Al acordar en la ronda de Uruguay la aplicación de los principios de Nación Más Favorecida (NMF), Trato Nacional (TN) y Reciprocidad al comercio de servicios, se generó una inquietud casi generalizada acerca de la aplicación de éstos al comercio de servicios culturales. Ante esta inquietud se determinó excluir temporalmente la industria del cine y la audiovisual con respecto a la aplicación de estos principios.

 

Posteriormente, en el marco de las subsiguientes negociaciones se dejó tácito un principio de excepción cultural, el cual aunque no tiene un marco jurídico se traduce, en la práctica, en la discrecionalidad que tienen los gobiernos de los diferentes países para retirar sectores de la industria cultural de los acuerdos adquiridos. Esta decisión se fundamenta en el reconocimiento que se hace de la especificidad de los servicios culturales.

 

Como consecuencia, hay excepciones en esta materia que se reflejan en las cuatro mesas de negociaciones involucradas: acceso a mercados, propiedad intelectual, servicios e inversión extranjera. Incluso, en el GATS se establece que NMF y TN no son de obligatoria aplicación en los servicios provistos por el gobierno y en ramas de la cultura como audiovisual (radio, televisión y cine), bibliotecas, archivos y museos. La excepción cultural permite que se apliquen cuotas de transmisión para televisión y radio, ayuda financiera del sector público para producción y difusión de programas y para proyectos regionales de producción audiovisual.

 

En la experiencia de negociaciones de un TLC entre Chile y Estados Unidos, el país austral fue específico en hacer efectivos sus intereses en materia cultural, a través de su política de excepción cultural. De ella destacamos:

-          Se circunscribe al capítulo de Servicios e Inversiones,

-          Hace referencia a la discrecionalidad del gobierno con respecto al principio de NMF en el caso de acuerdos bilaterales o multilaterales de cooperación audiovisual,

-          Los programas de apoyo gubernamental y otros subsidios existentes o futuros de la industria cultural quedan por fuera de las observaciones del capítulo,

-          Se mantienen las exigencias legales de nacionalidad chilena para el personal superior y representantes legales de medios de comunicación social, se limitan las concesiones de radioemisoras cuando el capital extranjero excede el 10% del capital, y se establece la cuota de pantalla que exige un 40% de contenido nacional en la programación de televisión abierta,

-          Se configura también una reserva en las áreas de servicios e inversión en lo relacionado con las poblaciones autóctonas y en asuntos relacionados con las minorías,

-          Establece una rebaja de aranceles para todos los insumos del sector (equipos de producción e insumos para la industria audiovisual y empresas editoriales),

-          Se acuerda la ampliación de los plazos de protección de derechos de autor de 50 a 70 años, mayores derechos para los artistas y productores de fonogramas, prohibiciones sobre actos que facilitan la piratería en Internet, derecho a establecer excepciones y limitaciones a los derechos de autor por interés público y limitación de responsabilidad de proveedores de Internet y otros.

 

La primera concepción de excepción cultural que Colombia presentó a Estados Unidos, más que caracterizar una reserva, lo que hacía era manifestar la necesidad de que ésta existiera. La propuesta colombiana fue recibida por la contraparte en el TLC como un obstáculo serio a la firma del tratado, mientras que la sociedad civil colombiana interesada en el tema tomaba partido expresando sus diferentes posiciones sobre lo que debía contener dicha reserva.

 

Según el Ministerio de Cultura de Colombia “La reserva cultural se compone de varios elementos, siendo el central aquel que, reconociendo el valor intangible de los bienes y servicios culturales como portadores de identidad e imaginarios colectivos, mantiene un alto grado de discrecionalidad en el Estado para la aplicación de un marco legal discriminatorio a los inversionistas o prestadores de servicios culturales de los Estados Unidos, permitiendo que los estímulos y ventajas que se otorguen a la producción, circulación y acceso de contenidos se concentren en los creadores nacionales. “

 

Bibliografía

- ARAUJO CASTRO Consuelo. Reserva cultural, a la colombiana, Ministerio de Cultura, Colombia, documento interno de trabajo. 2003.

- REY Germán, REINA Mauricio y otro. Entre la realidad y los sueños. La cultura en los tratados internacionales de libre comercio y el ALCA, Convenio Andrés Bello, Bogotá,  2003.

- GETINO, Octavio. “Aproximación a un estudio de las industrias culturales en el MERCOSUR”, Abril 2001.

- MINISTERIO DE INDUSTRIA, COMERCIO Y TURISMO. Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Documento de trabajo, Colombia, noviembre de 2003.

- ROBERT M. Negotiating NAFTA, 2000; y UNESCO: Culture, trade and globalization. Citados por REY, REINA y otro.

- UNESCO. International flows of selected cultural goods.1980 – 1998. Executive summary.

- OMC. Texto oficial del Acuerdo de General de Aranceles y Comercio, GATT. Suiza, 1994.

- Constitución Política de Colombia de 1991. Artículos relacionados.



[1] El presente artículo se deriva del marco teórico incluido en el trabajo de grado titulado “el sector cultural en las negociaciones del tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia”, presentado por los autores a la Universidad de Barcelona para acceder al título de especialistas en Integración Regional

[2] Doha es la denominación de la ronda de negociaciones de la OMC que se inició en 2002 y la cual fue suspendida indefinidamente en julio de 2006.

[3] La cláusula NMF es un principio jurídico que establece que, la preferencia comercial de ingreso que un país determinado concede a un segundo país, automáticamente se transfiere a todos las demás naciones integrantes del grupo o signatarios del tratado.

[4] El trato nacional es un principio de comercio sin discriminación que complementa a la cláusula NMF, y que consiste en la concesión a una mercancía, servicio o factor productivo importado del extranjero, que ya ha sido nacionalizado, el mismo régimen y condiciones que a uno de origen nacional.

el galimatias de la integración económica

EL REGIONALISMO ABIERTO Y LA ACTUAL CRISIS DE LA OMC: UNA POSIBLE MUERTE DEL LEVIATAN

Giovanny Cardona Montoya

Director Académico de la Institución Universitaria ESUMER

 

 

Introducción.

 

El decenio de los sesenta marcó un punto de quiebre en la evolución de los procesos de integración económica, particularmente en América Latina, los cuales bebían del pozo de la inspiración que ofrecía el MERCADO COMÚN EUROPEO.

 

La eliminación de las fronteras aduaneras y el desarrollo de programas de complementación económica eran estrategias que en dicha época se consideraban fundamentales para que nuestros países salieran de la pobreza. Sin embargo, la crisis de la década de los ochenta, primero; y la supremacía ideológica del neoliberalismo a partir de los noventa, segundo; enterraron un sueño de crecimiento compartido y abrieron camino a la filosofía de la libre competencia y a la extrarregionalización del comercio exterior de los países del subcontinente. 

 

Sin embargo, el concepto de integración no murió con la política de internacionalización de las economías latinoamericanas sino que en su lugar surgió el concepto de regionalismo abierto, el cual dio pié a varios fenómenos que requieren de una mirada cuidadosa:

 

-          el desarrollo de procesos de integración de regionales, en el marco de políticas de liberalización comercial hacia el resto del mundo,

-          la integración de economías industrializadas con las de países del llamado tercer mundo, y

-          la participación de un país en diferentes acuerdos de integración al mismo tiempo.

 

Esta dinámica, denominada regionalismo abierto por los economistas de la CEPAL, tampoco ha podido arrojar resultados significativamente positivos y, en consecuencia, al igual que el modelo de apertura económica, está viviendo su propia crisis. Sin embargo, la integración como categoría de la doctrina económica sigue siendo analizada por los especialistas y como experiencia de los países aún pretende enrutar a éstos en la senda del desarrollo. Pero, uno de los momentos más complejos del análisis de esta experiencia es su relación con el sistema multilateral de comercio liderado actualmente por la Organización Mundial de Comercio –OMC-, la cual está viviendo su propio vía crucis en la actual ronda de negociaciones de DOHA .

 

 

La integración económica y el multilateralismo.

 

Tomás Hobbes en su libro el Leviatán nos habla de el instinto primario del hombre que lo induce permanentemente a combatir a sus semejantes. El hombre es lobo para el hombre, planteaba el autor, y esto lo llevó a concebir la figura del Leviatán, una bestia creada por los mismos hombres para que los controlara y así evitar que los individuos  se destruyan entre sí[1]. Esta misma analogía se puede aplicar al origen y desarrollo del sistema multilateral en cabeza, primero del GATT y actualmente de la OMC.

 

El acuerdo general de aranceles y comercio –GATT- surgió en un momento de la historia que sintetizaba los hechos ocurridos en las dos conflagraciones mundiales y en el período entre guerras. Desde el punto de vista comercial, la pausa cronológica entre la primera y la segunda guerras mundiales había presentado dos características fundamentales que explican el surgimiento de lo que hoy se conoce como los principios rectores de la Organización Mundial del Comercio –OMC-:

 

-          la división del mundo en tres grandes bloques comerciales: el del imperio francés y sus aliados, el del imperio británico y sus aliados y el del continente americano,

-          la guerra comercial entre bloques.

 

Estas dos situaciones, bloques y guerras comerciales, serían, en teoría, una negación del multilateralismo comercial. Es por ello que, para evitar que el comercio internacional se interrumpiera y el mundo se dividiera en bloques, tanto el GATT en su momento como la OMC en la actualidad, se han regido, entre otros, por dos principios fundamentales:

 

-          El comercio sin discriminación y

-          La consolidación arancelaria o base estable para el comercio.

 

El primer principio, fundamentado en la centenaria cláusula de la nación más favorecida –NMF- del Derecho Internacional, pretende establecer un trato equitativo al ingreso de mercancías,  independiente del país de origen de las mismas. En otras palabras, lo que se busca es que la nacionalidad de origen no sea un elemento de discriminación.

 

El segundo principio, consolidación arancelaria, lo que busca es evitar una guerra comercial, puesto que una nación determinada, al consolidar ante el organismo multilateral sus gravámenes máximos, no puede, bajo ninguna circunstancia legal, aplicar tasas arancelarias superiores, lo que permite a los gobiernos y empresarios de las demás naciones conocer la posición negociadora del país que consolida y, además, prever el peor escenario que se le puede presentar en caso de que las relaciones políticas o comerciales con dicho país se deterioren.

 

Sin embargo, los principios básicos del multilateralismo, léase OMC, tienen excepciones que se aplican en circunstancias especiales, que fueron establecidas al reconocer que el comercio mundial se da entre naciones de niveles desiguales de desarrollo. Pero al aplicarse estas excepciones, inevitablemente se produce algún tipo de discriminación. Entre estas excepciones se destacan el Sistema Generalizado de Preferencias SGP y los tratados de integración regional económica.

 

 

El SGP y los tratados de integración económica en la OMC: las excepciones que destruyen la regla. 

 

Como resultado de las presiones de los países menos desarrollados a mediados de los sesenta, en el marco de las conversaciones sobre desarrollo de la UNCTAD, el GATT reconoció que era necesario permitir esguinces al principio de comercio sin discriminación que guiaba el comercio multilateral. La posición de los países del tercer mundo sostenía que era necesario reconocer un tratamiento especial para la importación de sus productos a naciones industrializadas, puesto que éstos son elaborados en condiciones inferiores de desarrollo. Con base en este reclamo se creó el Sistema Generalizado de Preferencias SGP y sus posteriores derivaciones como el ATPA y ATPDEA para las naciones andinas.

 

Ante este cambio, el comercio multilateral se empezó a regir por principios complemetarios: Uno de trato igualitario para la mayoría de los intercambios comerciales entre integrantes del GATT y otro de trato preferencial desde naciones desarrolladas hacia países del tercer mundo. Esta situación subsiste en la actualidad en el marco de la OMC. Pero además de ésta, existe otra excepción a la regla, la cual hace referencia al fortalecimiento del comercio regional y fronterizo, estimulando la creación de acuerdos preferenciales entre países que deseen acelerar el ritmo de liberalización comercial y realizar estrategias de desarrollo compartido.

 

En este marco se ha legalizado el proceso de integración europea que, aunque vive en la actualidad una crisis relacionada con su ampliación a 25 integrantes y la consolidación de su sistema político, es el más ambicioso ejemplo de integración económica que se conozca desde finales de la II guerra mundial. Igualmente, los grupos subregionales como el G 3, MERCOSUR, CAN, entre otros, se cobijan bajo esta norma que aún rige en la OMC.

 

Pero, lo que surgió como un esquema de excepciones que pretende reconocer que el multilateralismo es un sistema que se construye entre países de diferentes niveles de desarrollo y que busca crear las condiciones para un libre comercio mundial, se ha convertido en un spaguetti bowl  que ha traído caos a la reglamentación del comercio mundial a tal punto que en esencia el comercio internacional se rige en un alto porcentaje por las normas de los tratados bilaterales o regionales y en contados casos por los principios de la OMC.

 

Para demostrar que la OMC se ha convertido en un ente que regula las excepciones y que los acuerdos bilaterales son los verdaderos rectores del comercio mundial tenemos un dato contundente y un ejemplo patético. El dato contundente es que en la actualidad en la OMC se tienen registrados cerca de 250 acuerdos bilaterales, suscritos o en proceso de negociación.[2] 

 

De otro lado, el mejor ejemplo acerca de la hegemonía del bilateralismo sobre el multilateralismo es el comercio exterior de las naciones de la UNION EUROPEA –UE-. Para empezar debemos reconocer que entre los veinticinco integrantes de La Unión hay un régimen excepcional reconocido a partir del artículo XXIV del acuerdo general de comercio. Pero, adicionalmente, la UE ofrece trato preferencial a los siguientes grupos de países:

 

-          48 países menos desarrollados ingresan sus productos con arancel cero;

-          EFTA y países de Europa del Este y Balcanes tienen tratados comerciales de reciprocidad asimétrica,

-          ACP y países del Mediterráneo reciben trato preferencial para casi todas las mercancías,

-          SGP y SGP Droga y SGP-plusque ofrece un trato preferencial a países en desarrollo siempre y cuando no violen los Derechos Humanos,

-          Trato abiertamente discriminatorio sólo para Corea de Norte.

 

Después de restar todos estos tratos especiales, preferenciales en todos los casos a excepción de Corea del Norte, sólo queda el principio de Nación Más Favorecida, o sea trato OMC, para ser aplicado a ocho naciones del mundo: Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán, Singapur y Rusia.[3] Esto es, hay más comercio regido por regímenes excepcionales que por la cláusula NMF.

 

Adicionalmente, la ronda DOHA de negociaciones de la OMC, que se haya detenida por los conflictos que existen entre un grupo de países en vía de desarrollo liderado por Brasil y la India (el G-20) y los países industrializados, particularmente Estados Unidos, refleja lo que son los gérmenes de la confrontación comercial del mundo moderno:

 

-          Las negociaciones sobre el sector agropecuario, en las cuales se combinan los problemas de hambre de naciones asiáticas y africanas, las ambiciones de expansión de mercados de países con un alto potencial exportador como Brasil y Argentina y los altos niveles de subsidios y aranceles en Norteamérica, la UE y Japón, naciones que dan a este sector el carácter de estratégico;

-          La defensa de la propiedad intelectual particularmente en el sector de química farmacéutica, involucrando temas como el aseguramiento de la salud pública y el acceso a medicamentos y tratamientos por parte de la población de más bajos ingresos, los estímulos a la inversión privada en investigación médica y el control a los mercados monopolizados;

-          El comercio internacional de servicios, articulado éste a las diferentes modalidades aprobadas en la OMC, particularmente la tercera en la cual se da al capital internacional en el sector servicios el tratamiento de comercio y no de inversión extranjera.

 

El carácter paquidérmico que están asumiendo las negociaciones multilaterales de la OMC se ha convertido en caldo de cultivo para que las naciones vean en los tratados bilaterales y subregionales una alternativa viable para sacar adelante sus estrategias de ampliación de mercados y de internacionalización de las economías.

 

Para Patrick Low, Director de investigaciones y estadísticas de la OMC, la actual situación de estancamiento de las negociaciones en la OMC es la mayor crisis del sistema multilateral y de su solución depende en gran medida el futuro de la organización multilateral.[4]   

 

Toda esta situación nos está llevando a pensar que nos encontramos ante un escenario de alta incertidumbre para el multilateralismo. Lo que surgió como un sistema de excepciones, la integración regional, se ha convertido en un el nuevo sistema de negociaciones que desplaza a la OMC. La crisis de DOHA se acompaña de la profundización de las discusiones comerciales bilaterales en todos los continentes: TLC de Norteamérica con varios países del continente, negociaciones MERCOSUR – CAN, negociaciones de la UE con naciones de Europa del Este, etc.

 

Pareciera ser que el Leviatán del comercio mundial, GATT- OMC, estuviera siendo derrumbado por aquellos que promovieron su creación y que el carro que lo empuja hacia el abismo fueran los mismos tratados bilaterales de integración.  La excepción está devorando la regla.



[1]. Leviatán de Tomás Hobbes en: MENDEZ, Rafael. Clásicos del pensamiento universal. Intermedio, Santa Fé de Bogotá, 2000.

[2] ESTEVANDEORDAL, Antoni. En el Programa de Integración Regional, Universidad de Barcelona, BID, 2005.

[3] PRADO, Gustavo Martín. En el Programa de Integración Regional, Universidad de Barcelona, España, 2005.

[4] LOW, Patrick. En el ciclo de conferencias del Programa de Integración Regional, Universidad de Barcelona, España, 2005.

Multilateralismo, regionalismo abierto y desviación de comercio: una relación dialéctica

 

 

Por      Juan Carlos Arango Q. y Giovanny Cardona M.**

 

 

Resumen

 

1994 marcó el final de la Ronda de Uruguay del General Agreement on Tariffs and Trade (GATT) y el inicio de la Organización Mundial del comercio (OMC).  Este hecho dio paso a una dinámica del comercio internacional enmarcada en un contexto ambivalente de normas, políticas y actores tanto bi como multilaterales. Lo bilateral desembocó en un ansia creciente de la mayoría de las naciones signatarias de la OMC por firmar múltiples acuerdos de integración comercial (dentro y fuera de sus regiones).  Como fruto derivado de la proliferación de tratados se da el fenómeno denominado desviación del comercio, efecto que se produce cuando un país otorga preferencia arancelaria a un tercero y de este modo premia a los productores que obtienen ganancias de competitividad espuria en perjuicio de las empresas que promueven una competencia sustentada en productividad.  Esta teoría se comprueba en el caso de Venezuela que como miembro de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) podría resultar afectado en su comercio hacia Colombia por la posible firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) de esta nación con los Estados Unidos (EE.UU).

 

Palabras clave

 

Acuerdos de integración, desviación del comercio, Organización Mundial del

Comercio, Comunidad Andina de Naciones, TLC Colombia-Estados Unidos.

 

Abstract

 

1994 marked to the end of Ronda of Uruguay of General Agreement on Tariffs and Trade-GATT and the beginning of the World Trade Organization-WTO. This fact gives rise to a dynamics of the framed international trade in an ambivalent context of norms, policies and actors as much bilateral as multilateral. The bilateral culminated in an increasing craving of most of the signatory nations of the WTO for sign multiples agreements of commercial integration (inside and outside its regions). As a result derived from the agreement proliferation itself give rise deviation of the commerce, as a consequence of when a country award tariff preference to third and like that awards the producers that obtain profits of spurious competitiveness in damage of the companies that promote a competition sustained in productivity. This theory is verified in the case of Venezuela that as member of the Andean Community of Nations (ACN) could be affected in its commerce towards Colombia by the possible signing of a Free Trade Agreement (FTA) of this nation with the United States (US).

 

Key words

 

Agreements of integration, deviation of the commerce, World Trade Organization, Andean Community of Nations, Free Trade Agreement Colombia-United States.

 

 

 

 

Introducción

 

El presente documento es una reflexión sobre las actuales condiciones del sistema multilateral de comercio.  Esta estructura institucional ha entrado en una especie de letargo acicateado por la proliferación de una serie de acuerdos de índole bilateral y regional, que evidencian el afán de un número importante de países por aliarse con nuevos socios comerciales.  Premura que no permite ponderar en muchos casos los efectos erosivos que tal actitud tiene tanto sobre la institucionalidad que fundó en 1947 el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles Aduaneros (General Agreement on Tariffs and Trade-GATT) como en la eficiencia económica de sectores claves de naciones socias con las que ha sido tradición mantener flujos de comercio y a las cuales se termina castigando por efectos de desviación del comercio.

 

El trabajo está dividido en cuatro partes.  La primera describe grosso modo el carácter dialéctico en el cual se inscribe el actual desempeño del comercio internacional.  La segunda explica el concepto y las implicaciones del concepto de desviación de comercio como efecto derivado de la situación descrita en el numeral uno.  El tercer apartado, centra la atención en la posible desviación del comercio de Venezuela resultante de la firma del Tratado de Libre Comercio-TLC entre Estados Unidos (EE.UU) y Colombia.  Por último se presenta una conclusión.

 

 

1. La Organización Mundial del Comercio (OMC), el sistema multilateral en vilo

 

El decenio de los sesenta del Siglo XX marcó un punto de quiebre en la evolución de los procesos de integración económica, particularmente en América Latina, los cuales bebían del pozo de la inspiración que ofrecía el Mercado Común Europeo.

 

La eliminación de las fronteras aduaneras y el desarrollo de programas de complementación económica eran estrategias que en dicha época se consideraban fundamentales para que nuestros países salieran de la pobreza. Estas políticas se enmarcaban en una filosofía proteccionista que pretendía restringir el acceso de productos y capitales foráneos a la vez que estimulaba la expansión del mercado local, pasando del concepto de lo nacional a lo regional.

 

Sin embargo, la crisis de la deuda externa en el decenio de los ochenta, y la consecuente supremacía ideológica del neoliberalismo a partir de los noventa, enterraron un sueño de crecimiento compartido y abrieron camino a la filosofía de la libre competencia y a la extrarregionalización del comercio exterior de los países del subcontinente. 

 

A pesar de todo, el concepto de integración no murió con la política de internacionalización de las economías latinoamericanas sino que en su lugar surgió el concepto de regionalismo abierto, fenómeno que conservaba el germen de la integración pero en el marco de planteamientos filosóficos y estratégicos que diferían significativamente de aquellos que guiaron a la regionalización en las dos décadas anteriores.  El surgimiento del regionalismo abierto dio pié a varios fenómenos como:

      Libre comercio regional y apertura parcial al resto del mundo,

      Integración de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con economías de países del llamado tercer mundo,

      Participación de un país en diferentes acuerdos de integración al mismo tiempo,

      Apertura a la inversión extranjera y a los flujos de servicios, tanto en el ámbito regional como frente a terceros países.

 

Uno de los momentos más complejos del análisis de la experiencia del regionalismo abierto es su relación con el sistema multilateral de comercio liderado actualmente por la Organización Mundial de Comercio (OMC), ente que está viviendo su propio vía crucis en la actual ronda de negociaciones de Doha.

 

A partir de la conclusión en 1994 de la Ronda de Uruguay del GATT, la dinámica del comercio internacional se enmarcó en un contexto ambivalente que mezcló normas, políticas y actores multilaterales con normas, políticas y actores bilaterales.  La amalgama entre lo multi y lo bilateral expresa desde entonces, y per se, un carácter dialéctico.  Entender dicho carácter permite a su vez, tener una dimensión más precisa de la velocidad e intensidad con la cual se dan las trayectorias en el escenario de los intercambios internacionales.  Trayectos que se explican de modo especial por la vía del juego permanente entre opuestos.  Como en efecto lo demuestra el comercio entre naciones marcado por unas reglas comunes de desregulación arancelaria progresiva que cohabita con un regionalismo integracionista promotor de cada vez mayores negociaciones intra e interregionales.  Igualmente la contradicción queda manifiesta en un multilateralismo que como el que pregona la OMC ha quedado prácticamente estancado (BBCmundo.com, abril 2007), al menos así lo demuestra la última ronda de negociaciones de Doha iniciadas en el 2001; mientras la firma de todo tipo de acuerdos se torna como una vía expedita para facilitar los intercambios.

 

En efecto, mientras la OMC ha propendido por un comercio mundial soportado en un único régimen que garantice reglas claras en el tiempo, pero dinámico en lo que respecta a la existencia de escenarios que estimulen las negociaciones multilaterales para la reducción o eliminación de barreras al comercio; la mayoría de las naciones signatarias de los acuerdos de la misma Organización andan tras la posibilidad de firmar acuerdos bilaterales (dentro y fuera de sus regiones) apoyadas en los estados excepcionales que permite el sistema multilateral de comercio (artículo XXIV del GATT).  Lo común y lo particular; la inercia y la velocidad.  En el comercio mundial estos factores conviven así como la sombra y la luz, los fríos y cálidos, en algún lienzo del más puro impresionismo cezanniano.

 

Uno de los resultados más dicientes del multilateralismo fue, precisamente, la reducción sustancial del arancel promedio mundial, que bajó de 40% en 1947 al 4% en 1994 (véase gráfico 1).  Este hecho impactó de forma significativa el volumen de comercio planetario: así el índice de exportaciones mundiales pasó de 19 en 1950 a 105 en 1994, para alcanzar en el 2002 un indicador de 118. Comportamiento que estuvo a lo largo de algo más de cuatro décadas por encima

del mismo crecimiento económico mundial (véase gráfico 2).

 

Gráfico 1.                                                        Gráfico 2.

       

Fuente: http://www.wto.org/spanish/res_s/statis_s/statis_s.htm

 

A pesar de los positivos impactos del GATT en el desempeño económico del mundo en los últimos sesenta años, el sistema multilateral de comercio está hoy en vilo debido al regionalismo abierto que impera.  En la actualidad existen algo más de 200 acuerdos regionales, cifra que es fruto de un aumento de seis veces experimentado en los últimos veinte años.  Así mismo, algo más del 60% de las transacciones globales se lleva a cabo entre países que poseen algún tipo de acuerdo regional recíproco (Banco Mundial) y para algunas naciones el 90% del comercio tiene lugar bajo sistemas de preferencias (OMC).  Sin duda, la situación descrita pone de relieve una cuestión fundamental referente a la crisis del actual sistema multilateral de comercio.  De hecho, se puede afirmar que los tratados de integración regional, concebidos inicialmente como excepciones al sistema multilateral de comercio, se han convertido en los rectores de la dinámica comercial mundial.  Los acuerdos regionales surgieron como un esquema de excepciones que pretende reconocer que el multilateralismo es un sistema que se construye entre países de diferentes niveles de desarrollo y que busca crear las condiciones para un libre comercio mundial.  Pero tales acuerdos se han convertido en un sistema caótico que ha traído desorden a la reglamentación del comercio mundial, a tal punto que en esencia el comercio internacional se rige en un alto porcentaje por las normas de los tratados bilaterales o regionales y en contados casos por la Cláusula de la nación más favorecida (NMF) de la OMC. 

 

Para demostrar que la OMC se ha convertido en un ente que regula las excepciones y que los acuerdos bilaterales son los verdaderos rectores del comercio mundial basta con analizar la estructura del comercio exterior de las naciones de la Unión Europea (UE).  Entre los veinticinco integrantes de la UE hay un régimen excepcional reconocido a partir del artículo XXIV del GATT y, adicionalmente, la misma UE ofrece trato preferencial a los siguientes grupos de países:

 

·         48 países menos desarrollados ingresan sus productos con arancel cero;

·         La Asociación Europea de Libre Comercio (sigla en inglés EFTA) y países de Europa del Este y Balcanes tienen tratados comerciales de reciprocidad asimétrica,

·         África, Caribe y Pacífico (ACP) y países del Mediterráneo reciben trato preferencial para casi todas las mercancías,

·         Sistema General de Prefrencias-SGP y SGP Droga y SGP-plus, éste último ofrece un trato preferencial a países en desarrollo siempre y cuando no violen los Derechos Humanos,

·         Trato abiertamente discriminatorio sólo para Corea de Norte.

 

Después de restar todos estos tratos especiales, preferenciales en todos los casos a excepción de Corea del Norte, sólo queda el principio de NMF, o sea trato OMC, para ser aplicado a ocho naciones del mundo: Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán, Singapur y Rusia.  Esto significa que hay más comercio regido por regímenes excepcionales que por la cláusula anotada.

 

Al parecer los gobiernos nacionales han encontrado en los ámbitos bilateral y regional espacios más propicios para llevar a cabo sus estrategias de desarrollo sustentadas en el comercio internacional.  Un comportamiento de este tipo puede ser explicado, en parte, por los beneficios que perciben dichos gobiernos en términos de: nuevas dimensiones para sus mercados, oportunidades para canalizar recursos de inversión (por parte de los países de mayor desarrollo) o atraer flujos de inversión extranjera (en el caso de las naciones subdesarrolladas), obtención de acuerdos de cooperación internacional, expansión del área de influencia económica y política hacia nuevos socios comerciales.  En este último sentido, la integración se convierte en un mecanismo geoestratégico ideal para lograr posiciones favorables en zonas claves (v.g. de acceso a fuentes de materias primas básicas como los energéticos) por parte de aquellos países con mayor poder de negociación.  Propósitos como los mencionados son más fáciles de lograr, lógicamente, cuando hay menos participantes y las autoridades responsables tienen mayor control de los resultados.  Situación más compleja de lograr, por obvias razones, en la dimensión multilateral.

 

Sin embargo, no todos los acuerdos de integración generan nuevas posibilidades de comercio, cooperación e inversión.  En el caso de aquellos que conservan fuertes barreras externas hacia los no-miembros son especialmente susceptibles a los efectos adversos de la desviación comercial.  De hecho, un análisis basado en conclusiones de un estudio realizado en 2006 por la Secretaría General de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), sugiere que muchos tratados representan para la economía más pérdidas comerciales que ganancias, debido a que discriminan a los proveedores eficientes y de bajo costo que se encuentran en países no miembros.  De hecho, las conclusiones no consideran los efectos dinámicos de dichos procesos, ni los correspondientes a la desregulación de ciertos servicios y la creación de normas adicionales surgidas de los acuerdos.  No obstante resalta la idea de que los acuerdos regionales representan riesgos que ameritan mayor atención por parte de los participantes.  Por ende, el carácter contradictorio y ambivalente del contexto en el que gravita el comercio internacional debe entenderse no sólo desde el matiz subjetivo de los intereses de los actores involucrados en él, sino también a partir de los argumentos teóricos que plantean los efectos estáticos de la integración económica, como es el relacionado con la creación y desviación del comercio.

 

 

2. La desviación de comercio, un efecto adverso del regionalismo abierto

 

La desviación del comercio hace alusión a las consecuencias derivadas de las uniones aduaneras en las fases iniciales de un proceso de integración.  El concepto sustenta que si un país privilegia a proveedores de otro territorio externo a sus fronteras (a través de una preferencia arancelaria) podría afectar a productores competitivos de terceras naciones que no gozan de preferencias.

 

En la medida que toman auge los acuerdos bilaterales se abren oportunidades de comercio fruto de la eliminación recíproca de barreras, pero es posible que estos beneficios se obtengan a costa de la reducción de comercio con otros países o regiones que no sean signatarios del acuerdo.[1]  De este modo un tratado podría destruir comercio en lugar de generarlo.  La desviación termina por premiar a los productores de aquellas naciones que obtienen ganancias de competitividad espuria vía preferencias en perjuicio de las empresas de los países que promueven una competencia real mediante mayor productividad (Figura 1).

 

   Figura 1.                                                                    Figura 2.

 

 

Lo anterior significa que aunque las posturas de la ortodoxia económica y de los gobiernos que se acogen a sus postulados, asumen que la existencia de tratados de libre comercio es un camino hacia un comercio mundial más abierto, la verdad es que desde el punto de vista de la teoría del bienestar (optimización de la producción y del consumo), los acuerdos expresan una posibilidad nada despreciable de impactos adversos en la eficiencia del uso de los factores de producción a escala internacional.

 

       

 

Fuente: Elaboración de los autores. 

 

El hecho que en los últimos catorce años se presentara un crecimiento del comercio al interior de los tratados al tiempo que creció el intercambio regido por el sistema multilateral, no es indicador de que no se hubiesen dado efectos de desviación del comercio. En efecto, las actuales negociaciones comerciales multilaterales en la Ronda de Doha, se encuentran congeladas indefinidamente, a la vez que se siguen firmando tratados bilaterales.  Incluso, paralelo a tal situación existe una convergencia de acuerdos que le permite a un país moverse entre más de un tratado (regional y/o extrarregional) al mismo tiempo.  Situación que se da con intensidad, a de que pesar los acuerdos tengan diferentes niveles de complejidad; inclusive con la participación de países que se complementan o que compiten mutuamente en diversos sectores de la economía.

 

La tendencia actual caracterizada por países firmantes de múltiples tratados preferenciales con varios socios, está dándole una nueva dimensión tanto a las teorías sobre la creación de bloques comerciales como a las correspondientes a la desviación del comercio.

 

Con respecto a las primeras, cada vez parece hacerse más evidente que el comercio mundial no se divide ya en tres grandes centros que compiten (EE.UU., la Unión Europea y la Cuenca del Pacífico), pues la firma de tratados extrarregionales ha pretendido resolver el tema de las barreras comerciales mundiales a través de los mismos acuerdos.  Es decir, en lugar de un tratado multilateral que regule el comercio orbital, los países están negociando por la vía bilateral, dentro y fuera de las regiones, la eliminación de obstáculos aduaneros a las exportaciones e importaciones.; lo cual convierte el escenario mundial en una especie de plato de pasta de espagueti, donde los centro de poder se difuminan en un amplio y complejo abanico de relaciones dadas por todos los acuerdos existentes a la fecha.  Sólo para mencionar, en la actualidad únicamente las exportaciones de diez países hacia la Unión Europea son cobijadas por el régimen de NMF.  O sea que aquella teoría que plantea que el comercio mundial se estaba dividiendo en tres grandes bloques se desdibuja con la proliferación de tratados extrarregionales.

 

En este sentido, si se echa un vistazo al caso colombiano puede encontrarse que en la actualidad las exportaciones colombianas hacia Venezuela, Ecuador, Estados Unidos, México y la Unión Europea, cuentan con algún tipo de preferencia comercial.  Este dato es relevante al tener en cuenta que los países mencionados reciben el 80% de las ventas de Colombia (Banco de la República, 2007). Lo anterior indica que un régimen multilateral de comercio pierde importancia para un país, que como el nuestro, ha negociado parte de sus condiciones comerciales a través de acuerdos bilaterales.

 

Con respecto a la teoría de la desviación de comercio, ésta también presenta un cambio de contexto que obliga a darle una nueva definición práctica al concepto mismo.  Con la proliferación de tratados extrarregionales y la conformación de uniones aduaneras imperfectas[2], se ha generado una nueva modalidad de desviación de comercio.  Ya no sólo es el hecho que los tratados bilaterales desvíen el comercio multilateral, sino que la presencia de un país en más de un acuerdo provoca desviación de comercio entre bloques.  Si por ejemplo, en lugar de Tratados de Libre Comercio, de Zonas de Libre Comercio o de Uniones Aduaneras Imperfectas, se establecieran Uniones Aduaneras Plenas, entonces, los convenios extrarregionales se harían entre bloques y se reducirían gradualmente los efectos desviación y en su lugar se fortalecerían los efectos de creación de comercio.

 

El regionalismo ha puesto en jaque el esquema multilateral de comercio vigente por más de cinco décadas.  A pesar de que este problema se percibe como preocupante para la estabilidad institucional del comercio mundial, no es el único. Ahora resulta también que el fenómeno en mención es generador de distorsiones serias a la eficiencia económica a escala internacional.

 

 

 

 

 

3. La eventual firma de un TLC entre Colombia y EE.UU. y sus posibles efectos de desviación de comercio sobre Venezuela en el marco de la CAN

 

La coexistencia de acuerdos intra y extrarregionales en el marco de la filosofía de un regionalismo abierto, como es el caso de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y la posible entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos, tiende a ocasionar desviación de comercio que incidiría en tres dimensiones: en la economía comunitaria como un todo, en la de cada nación miembro por separado y en un sector específico.  El interés de este aparte recae principalmente en aquellos relacionados con el comercio exterior de Venezuela, en especial en los productos más sensibles importados por Colombia y que se verían afectados ante un potencial TLC con los EE.UU.  Para ello se recurre a presentar los resultados del estudio de la Secretaría General de la CAN, entidad que midió los efectos distorsión tanto en los acuerdos vigentes como en los posibles, mediante dos metodologías: la primera consistente en un análisis de sensibilidad de los flujos comerciales de cada país miembro de la CAN y de todos ellos en su conjunto.  La segunda se hace a través de un modelo de equilibrio general para medir impactos en el bienestar y el crecimiento.  Acá sólo se presentan los hallazgos derivados del primer procedimiento.  Lo que se busca es básicamente validar la hipótesis del efecto desviación causado por la coexistencia del sistema multilateral en crisis con la proliferación de acuerdos bilaterales y regionales.

 

Luego de aplicar los cinco criterios metodológicos del análisis de sensibilidad (CAN, 2006, p. 6), el estudio referenciado llegó a que “para Colombia (…), del 86% de sus importaciones intracomunitarias que muestran algún grado de sensibilidad, provienen principalmente de Venezuela (49% en el 2003)” (Gráfico 3).  Es decir, que en caso de un TLC EE.UU.-Colombia, las exportaciones de productos venezolanos a Colombia se verían afectados en ese porcentaje, pues podríamos dejar de demandárselos a la hermana Patria para comprarlos en el mercado estadounidense.

Cuadros 1 y 2.

 

De acuerdo a los datos de los cuadros 1 y 2 se genera una sensibilidad para 249 millones de dólares de exportaciones venezolanas (de los sectores y productos que se mencionan abajo) al mercado colombiano. “Estos resultados no se traducen necesariamente en que se producirá una reducción de las exportaciones de los países andinos a Colombia en esa cuantía, sino que existe un riesgo potencial para esos productos de que se genere un cambio de proveedor ante la apertura del mercado colombiano a los Estados Unidos.  Es decir, en igualdad de condiciones, habrá lugar a una mayor competencia entre los proveedores andinos y los proveedores estadounidenses” (CAN, 2006, p. 14). [las cursivas son de los autores].

 

 

 


Fuente: CAN; 2006, p. 14.

 

En términos de sectores y productos la situación venezolana sería aporreada en sectores de manufactura de materias primas en acero, petroquímico, minería, tabaco, automotores, alimentos y bebidas (Gráfico 4).  Específicamente se afectaría el mercado hacia Colombia de productos como laminados, barras de hierro; aluminio sin alear, alambrón de hierro, dodecilbenceno, trifosfato de sodio, propeno (propileno), neumáticos nuevos de caucho para autobuses o camiones, vehículos, cigarrillos, cerveza de malta y harina de soya.

 

Según lo anterior es posible apreciar, entonces, los impactos potenciales en la eficiencia y productividad del sector secundario de la economía venezolana, en particular sobre las manufacturas de bienes intermedios de la industria metalmecánica y petroquímica.  Allí se daría la futura competencia por el mercado nacional entre los empresarios estadounidenses y los venezolanos.

 

Gráficos 3 y 4.

 

Fuente: CAN; 2006, p. 18.

 

4.  A manera de conclusión

 

La evolución de los distintos tratados, intra y extrarregionales, se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo reciente del sistema multilateral del comercio en cabeza de la OMC.  Así las cosas, los acuerdos de integración están desplazando a aquella entidad como ente rector del comercio mundial.  Los sistemas excepcionales de preferencias comerciales han dejado de lado ese carácter para convertirse en la norma común y fundamental que regula el actual comportamiento de los intercambios internacionales.

 

La desviación de comercio, como efecto estático de los procesos de integración económica, ha dejado de ser solamente una consecuencia de la contradicción dialéctica entre el sistema multilateral de comercio y los acuerdos de integración, para convertirse en una constante del regionalismo abierto, al colocar en abierta confrontación a los productores de países que pertenecen a diversos acuerdos regionales al mismo tiempo.

 

Este redimensionamiento de la desviación de comercio como efecto estático de los procesos regionales es consecuencia, particularmente, de la existencia de uniones aduaneras imperfectas, lo que permite que los integrantes de un bloque negocien unilateralmente con terceros países.  

 

 

Referencias

 

Organización Mundial del Comercio-OMC.  Estadísticas del comercio internacional. Recuperado: 11 sep de 2007. Disponible en:

http://www.wto.org/indexsp.htm  [].

 

Banco Mundial-BM.  Sin autor ni título. Recuperado: 03 sep de 2007.  Disponible en:

http://siteresources.worldbank.org/INTGEP2005/Resources/overviewspan.pdf  

 

VINER, J. (1950): The Customs Union Issue, Nueva York, Carnegie Endowment for International Peace.   Citado por SÁNCHEZ VACAS, Carlos.  El crecimiento en

la teoría de la integración económica.  Recuperado: 28 sep de 2007. Disponible en:

http://www.ucm.es/BUCM/revistas/emp/11316985/articulos/CESE0404110271APDF

 

El mundo habla de comercio en India.  En: BBCmundo.com (11 abr. de 2007) Recuperado: 11 abr de 2007.  Disponible en:

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/newsid_6543000/6543827.stm

 

Comunidad Andina de Naciones-CAN.  Secretaría General. Consideraciones sobre los efectos en el comercio intracomunitario de los acuerdos comerciales suscritos por los países andinos con terceros.  Documentos de trabajo. S.l. (24 de abril 2006).  Recuperado: 15 oct de 2007. Disponible en:

http://www.colombiainternacional.org/Doc%20PDF/INTConsideracionesComercioIntracomunitario.pdf.

 

 



*Economista, Magíster en Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.  Docente e Investigador de tiempo completo de la Institución Universitaria Esumer.  Docente de Cátedra de la Universidad de Antioquia y de la Fundación Universitaria San Martín. jcarango@esumer.edu.co

 

**Economista en Relaciones Económicas Internacionales y grado de Master of Science en Economía Universidad Estatal de Kiev, Magíster en Análisis de Problemas Políticos, Económicos e Internacionales, Universidad Externado de Colombia. Doctor en Ciencias Pedagógicas Universidad Hnos. Saiz Monte de Oca, Pinar del Río, Cuba. Director Académico de la Institución Universitaria Esumer. gcardona@esumer.edu.co 

[1] La idea de la desviación del comercio se le debe al economista canadiense Jacob Viner, quien formularía su postulado en la década de los cincuenta.  Al respecto véase VINER, J. (1950).

[2] Aunque coloquialmente se asume la Unión Aduanera-UA como un Tratado de Libre Comercio que establece un arancel externo común a terceros países, la realidad es que una UA es más que eso, es “la sustitución de dos o más territorios aduaneros por un solo territorio aduanero” (véase GATT, artículo XXIV).

Desviación de Comercio

Resumen

 

1994 marcó el final de la Ronda de Uruguay del General Agreement on Tariffs and Trade-GATT y el inicio de la Organización Mundial del comercio-OMC. Este hecho dio paso a una dinámica del comercio internacional enmarcada en un contexto ambivalente de normas, políticas y actores tanto bi como multi-laterales. Lo bilateral desembocó en un ansia creciente de la mayoría de las naciones signatarias de la OMC por firmar múltiples acuerdos de integración comercial (dentro y fuera de sus regiones). Como fruto derivado de la proliferación de tratados se da la llamada desviación del comercio, efecto que se produce cuando un país otorga preferencia arancelaria a un tercero y de este modo premia a los productores que obtienen ganancias de competitividad espuria en perjuicio de las empresas que promueven una competencia sustentada en productividad. Esta teoría se comprueba en el caso de Venezuela que como miembro de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) podría resultar afectado en su comercio hacia Colombia por la posible firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) de esta nación con los Estados Unidos (EE.UU).

 

Palabras clave

 

Acuerdos de integración, desviación del comercio, Organización Mundial del Comercio, Comunidad Andina de Naciones, TLC Colombia-Estados Unidos.

 

Abstract

 

1994 marked to the end of Ronda of Uruguay of General Agreement on Tariffs and Trade-GATT and the beginning of the World Trade Organization-WTO. This fact gives rise to a dynamics of the framed international trade in an ambivalent context of norms, policies and actors as much bilateral as multilateral. The bilateral culminated in an increasing craving of most of the signatory nations of the WTO for sign multiples agreements of commercial integration (inside and outside its regions). As a result derived from the agreement proliferation itself give rise deviation of the commerce, as a consequence of when a country award tariff preference to third and like that awards the producers that obtain profits of spurious competitiveness in damage of the companies that promote a competition sustained in productivity. This theory is verified in the case of Venezuela that as member of the Andean Community of Nations (ACN) could be affected in its commerce towards Colombia by the possible signing of a Free Trade Agreement (FTA) of this nation with the United States (US).

 

Key words

 

Agreements of integration, deviation of the commerce, World Trade Organization, Andean Community of Nations, Free Trade Agreement Colombia-United States.

 

Introducción

 

El presente documento es una reflexión sobre las actuales condiciones del sistema multilateral de comercio. Esta estructura institucional ha entrado en una especie de letargo acicateado por la proliferación de una serie de acuerdos de índole bilateral y regional, que evidencian el afán de un número importante de países por aliarse con nuevos socios comerciales. Premura que no permite ponderar en muchos casos los efectos erosivos que tal actitud tienen tanto sobre la institucionalidad que fundó en 1947 el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles Aduaneros (General Agreement on Tariffs and Trade-GATT) como en la eficiencia económica de sectores claves de naciones socias con las que ha sido tradición mantener flujos de comercio y a las cuales se termina castigando por efectos de desviación del comercio.

 

El trabajo está dividido en cuatro partes. La primera describe grosso modo el carácter dialéctico en el cual se inscribe el actual desempeño del comercio internacional. La segunda explica el concepto de desviación de comercio y las implicaciones del mismo como efecto derivado de la situación descrita en el numeral uno. El tercer apartado centra la atención en la posible desviación del comercio de Venezuela, resultante de la firma del Tratado de Libre Comercio-TLC entre Estados Unidos (EE.UU) y Colombia. Por último se presenta la conclusión respectiva.

 

 

1. La Organización Mundial del Comercio (OMC), el sistema multilateral en vilo

 

A partir de la conclusión en 1994 de la Ronda de Uruguay del GATT, la dinámica del comercio internacional se enmarcó en un contexto ambivalente que mezcló normas, políticas y actores multilaterales con normas, políticas y actores
bilaterales. La amalgama entre lo multi y lo bilateral expresa desde entonces, y per se, un carácter dialéctico. Entender dicho carácter permite a su vez, tener una dimensión más precisa de la velocidad e intensidad con la cual se dan las trayectorias en el escenario de los intercambios internacionales. Trayectos que se explican de modo especial por la vía del juego permanente entre opuestos. Como en efecto lo demuestra el comercio entre naciones marcado por unas reglas comunes de desregulación arancelaria progresiva que cohabita con un regionalismo integracionista promotor de cada vez mayores negociaciones intra e interregionales. Igualmente la contradicción queda manifiesta en un multilateralismo que como el que pregona la OMC ha quedado prácticamente estancado (BBCmundo.com, abril 2007), al menos así lo demuestra la última ronda de negociaciones de Doha iniciadas en el 2001; mientras la firma de todo tipo de acuerdos se torna como una vía expedita para facilitar los intercambios.

 

En efecto, mientras la OMC ha propendido por un comercio mundial soportado en un único régimen que garantice reglas claras en el tiempo, pero dinámico en lo que respecta a la existencia de escenarios que estimulen las negociaciones multilaterales para la reducción o eliminación de barreras al comercio; la mayoría de las naciones signatarias de los acuerdos de la misma Organización andan tras la posibilidad de firmar acuerdos bilaterales (dentro y fuera de sus regiones) apoyadas en los estados excepcionales que permite el sistema multilateral de comercio (artículo XXIV del GATT). Lo común y lo particular; la inercia y la velocidad. En el comercio mundial estos factores conviven así como la sombra y la luz, los fríos y cálidos, en algún lienzo del más puro impresionismo cezanniano.

 

Uno de los resultados más dicientes del multilateralismo fue, precisamente, la reducción sustancial del arancel promedio mundial, que bajó de 40% en 1947 al 4% en 1994 (Véase gráfico 1). Este hecho impactó de forma significativa el volumen de comercio planetario: así el índice de exportaciones mundiales pasó de 19 en 1950 a 105 en 1994, para alcanzar en el 2002 un indicador de 118. Comportamiento que estuvo a lo largo de algo más de cuatro décadas por encima

del mismo crecimiento económico mundial (Véase gráfico 2).

 

Gráfico 1.                                                                         Gráfico 2.

              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A pesar de los positivos impactos del GATT en el desempeño económico del mundo en los últimos sesenta años, el sistema multilateral de comercio está hoy en vilo debido al regionalismo que impera. En la actualidad existen algo más de 200 acuerdos regionales, cifra que es fruto de un aumento de seis veces experimentado en los últimos veinte años. Así mismo, algo más del 60% de las transacciones globales se lleva a cabo entre países que poseen algún tipo de acuerdo regional recíproco (Banco Mundial) y para algunas naciones el 90% del comercio tiene lugar bajo sistemas de preferencias (OMC). Sin duda, la situación descrita pone de relieve una cuestión fundamental referente a la crisis del actual sistema multilateral de comercio.

 

Al parecer los gobiernos nacionales han encontrado en los ámbitos bilateral y regional espacios más propicios para llevar a cabo sus estrategias de desarrollo sustentadas en el comercio internacional. Un comportamiento de este tipo puede ser explicado, en parte, por los beneficios que perciben dichos gobiernos en términos de: nuevas dimensiones para sus mercados, oportunidades para canalizar recursos de inversión (por parte de los países de mayor desarrollo) o atraer flujos de inversión extranjera (en el caso de las naciones subdesarrolladas), obtención de acuerdos de cooperación internacional, expansión del área de influencia económica y política hacia nuevos socios comerciales. En este último sentido, la integración se convierte en un mecanismo geoestratégico ideal para lograr posiciones favorables en zonas claves (v.g. de acceso a fuentes de materias primas básicas como los energéticos) por parte de aquellos países con mayor poder de negociación. Propósitos como los mencionados son más fáciles de lograr, lógicamente, cuando hay menos participantes y las autoridades responsables tienen mayor control de los resultados. Situación más compleja de lograr, por obvias razones, en la dimensión multilateral.

 

Sin embargo, no todos los acuerdos de integración generan nuevas posibilidades de comercio, cooperación e inversión. En el caso de aquellos que conservan fuertes barreras externas hacia los no-miembros son especialmente susceptibles a los efectos adversos de la desviación comercial. De hecho, un análisis basado en conclusiones de un estudio realizado en 2006 por la Secretaría General de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), sugiere que muchos tratados representan para la economía más pérdidas comerciales que ganancias, debido a que discriminan a los proveedores eficientes y de bajo costo que se encuentran en países no miembros. De hecho, las conclusiones no consideran los efectos dinámicos de dichos procesos, ni los correspondientes a la desregulación de ciertos servicios y la creación de normas adicionales surgidas de los acuerdos. No obstante resalta la idea de que los acuerdos regionales representan riesgos que ameritan mayor atención por parte de los participantes. Por ende, el carácter contradictorio y ambivalente del contexto en el que gravita el comercio internacional debe entenderse no sólo desde el matiz subjetivo de los intereses de los actores involucrados en él, sino también a partir de los argumentos teóricos que plantean los efectos estáticos de la integración económica, como es el relacionado con la creación y desviación del comercio.

 

 

2. La desviación de comercio, un efecto adverso del regionalismo integracionista

 

La desviación del comercio hace alusión a las consecuencias derivadas de las uniones aduaneras en las fases iniciales de un proceso de integración. El concepto sustenta que si un país privilegia a proveedores de otro territorio externo a sus fronteras (a través de una preferencia arancelaria) podría afectar a productores competitivos de terceras naciones que no gozan de preferencias.

 

En la medida que toman auge los acuerdos bilaterales se abren oportunidades de comercio fruto de la eliminación recíproca de barreras, pero es posible que estos beneficios se obtengan a costa de la reducción de comercio con otros países o regiones que no sean signatarios del acuerdo.[1]  De este modo un tratado podría destruir comercio en lugar de generarlo. La desviación termina por premiar a los productores de aquellas naciones que obtienen ganancias de competitividad espuria vía preferencias en perjuicio de las empresas de los países que promueven una competencia real mediante mayor productividad (Figura 2).

 

Lo anterior significa que aunque las posturas de la ortodoxia económica y de los gobiernos que se acogen a sus postulados, asumen que la existencia de tratados de libre comercio es un camino hacia un comercio mundial más abierto, la verdad es que desde el punto de vista de la teoría del bienestar (optimización de la producción y del consumo), los acuerdos expresan una posibilidad nada despreciable de impactos adversos en la eficiencia del uso de los factores de producción a escala internacional.

 

   Figura1.                                                                     Figura 2.

 

 


      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El hecho que en los últimos catorce años se presentara un crecimiento del comercio al interior de los tratados al tiempo que creció el intercambio regido por el sistema multilateral, no es indicador de que no se hubiesen dado efectos de desviación del comercio. En efecto, las actuales negociaciones comerciales multilaterales en la Ronda de Doha, se encuentran congeladas indefinidamente, a la vez que se siguen firmando tratados bilaterales. Incluso, paralelo a tal situación existe una convergencia de acuerdos que le permite a un país moverse entre más de un tratado (regional y/o extrarregional) al mismo tiempo. Situación que se da con intensidad, a pesar de que los acuerdos tienen diferentes niveles de complejidad; inclusive con la participación de países que se complementan o que compiten mutuamente en diversos sectores de la economía.

 

La tendencia actual caracterizada por países firmantes de múltiples tratados preferenciales con varios socios, está dándole una nueva dimensión tanto a las teorías sobre la creación de bloques comerciales como a las correspondientes a la desviación del comercio.

 

Con respecto a las primeras, cada vez parece hacerse más evidente que el comercio mundial no se divide ya en tres grandes centros que compiten (EE.UU., la Unión Europea y la Cuenca del Pacífico), pues la firma de tratados extrarregionales ha pretendido resolver el tema de las barreras comerciales mundiales a través de los mismos acuerdos. Es decir, en lugar de un tratado multilateral que regule el comercio orbital, los países están negociando por la vía bilateral, dentro y fuera de las regiones, con la eliminación de obstáculos aduaneros a las exportaciones e importaciones.  Lo cual convierte el escenario mundial en una especie de plato de pasta de espagueti, donde los centro de poder se difuminan en un amplio y complejo abanico de relaciones dadas por todos los acuerdos existentes a la fecha.  Sólo para mencionar, en la actualidad únicamente las exportaciones de diez países hacia la Unión Europea son cobijadas por el régimen de nación más favorecida (NMF) de la OMC. O sea que la teoría de que el comercio planetario se estaba dividiendo en tres grandes bloques se desdibuja con la proliferación de tratados extrarregionales.

 

En este sentido, si se hecha un vistazo al caso colombiano puede encontrarse que en la actualidad las exportaciones colombianas hacia Venezuela, Ecuador, Estados Unidos, México y la Unión Europea, cuentan con algún tipo de preferencia comercial. Este dato es relevante al tener en cuenta que los países mencionados reciben el 80% de las ventas de Colombia (Banco de la República, 2007). Lo anterior indica que un régimen multilateral de comercio pierde importancia para un país, que como el nuestro, ha negociado parte de sus condiciones comerciales a través de acuerdos bilaterales.

 

Con respecto a la teoría de la desviación de comercio, ésta también presenta un cambio de contexto que obliga a darle una nueva definición práctica al concepto mismo. Con la proliferación de tratados extrarregionales y la conformación de uniones aduaneras imperfectas[2], se ha generado una nueva modalidad de desviación de comercio. Ya no sólo es el hecho que los tratados bilaterales desvíen el comercio multilateral, sino que la presencia de un país en más de un acuerdo provoca desviación de comercio entre bloques. Si por ejemplo, en lugar de Tratados de Libre Comercio, de Zonas de Libre Comercio o de Uniones Aduaneras Imperfectas, se establecieran Uniones Aduaneras Plenas, entonces, los convenios extrarregionales se harían entre bloques y se reducirían gradualmente los efectos desviación y en su lugar se fortalecerían los efectos de creación de comercio.

 

El regionalismo ha puesto en jaque el esquema multilateral de comercio vigente por más de cinco décadas. A pesar de que este problema se percibe como preocupante para la estabilidad institucional del comercio mundial, no es el único. Ahora resulta también que el fenómeno en mención es generador de distorsiones serias a la eficiencia económica a escala internacional.

 

 

3. La eventual firma de un TLC entre Colombia y EE.UU. y sus posibles efectos de desviación de comercio sobre Venezuela en el marco de la CAN

 

La coexistencia de acuerdos intra y extrarregionales, como es el caso de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y la posible entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos, tiende a ocasionar desviación de comercio que incidiría en tres dimensiones: en la economía comunitaria como un todo, en la de cada nación miembro por separado y en un sector específico. El interés de este trabajo recae principalmente en aquellos relacionados con el comercio exterior de Venezuela, en especial en los productos más sensibles importados por Colombia y que se verían afectados ante un potencial TLC con los EE.UU. Para ello se recurre a presentar los resultados del estudio de la Secretaría General de la CAN, entidad que midió los efectos distorsión tanto en los acuerdos vigentes como en los potenciales, mediante dos metodologías: la primera consistente en un análisis de sensibilidad de los flujos comerciales de cada país miembro de la CAN y de todos ellos en su conjunto; la segunda se hizo a través de un modelo de equilibrio general para medir impactos en el bienestar y el crecimiento. Acá sólo se presentan los hallazgos derivados del primer procedimiento. Lo que se busca es básicamente validar la hipótesis del efecto desviación causado por la coexistencia del sistema multilateral en crisis con la proliferación de acuerdos bilaterales y regionales.

 

Luego de aplicar los cinco criterios metodológicos del análisis de sensibilidad (CAN, 2006, p. 6), el estudio referenciado llegó a que “para Colombia (…), del 86% de sus importaciones intracomunitarias que muestran algún grado de sensibilidad, provienen principalmente de Venezuela (49% en el 2003)” (Gráfico 3). Es decir, que en caso de un TLC EE.UU.-Colombia, las exportaciones de productos venezolanos a Colombia se verían afectados en ese porcentaje, pues dejaríamos de demandárselos a la hermana Patria para comprarlos en el mercado estadounidense.

 

De acuerdo con los datos de los cuadros 1 y 2 se genera una sensibilidad para 249 millones de dólares de exportaciones venezolanas (de los sectores y productos que se mencionan abajo) al mercado colombiano. “Estos resultados no se traducen necesariamente en que se producirá una reducción de las exportaciones de los países andinos a Colombia en esa cuantía, sino que existe un riesgo potencial para esos productos de que se genere un cambio de proveedor ante la apertura del mercado colombiano a los Estados Unidos. Es decir, en igualdad de condiciones, habrá lugar a una mayor competencia entre los proveedores andinos y los proveedores estadounidenses” (CAN, 2006, p. 14). [las cursivas son nuestras].

Cuadros 1 y 2.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


    Fuente: CAN; 2006, p. 14.

 

En términos de sectores y productos la situación venezolana sería aporreada en los sectores de manufactura de materias primas en acero, petroquímico, minería, tabaco, automotores, alimentos y bebidas (Gráfico 4). Específicamente se afectaría el mercado hacia Colombia de productos como laminados, barras de hierro; aluminio sin alear, alambrón de hierro, dodecilbenceno, trifosfato de sodio, propeno (propileno), neumáticos nuevos de caucho para autobuses o camiones, vehículos, cigarrillos, cerveza de malta y harina de soya.

 

Según lo anterior es posible apreciar, entonces, los impactos potenciales en la eficiencia y productividad del sector secundario de la economía venezolana, en particular sobre las manufacturas de bienes intermedios de la industria metalmecánica y petroquímica. Allí se daría la futura competencia por el mercado nacional entre los empresarios estadounidenses y los venezolanos.

 

Gráficos 3 y 4.

  

Fuente: CAN; 2006, p. 127.

 

 

4. A manera de conclusión

 

La evolución de los distintos tratados, intra y extrarregionales, se han convertido en un obstáculo para el desarrollo reciente del sistema multilateral del comercio en cabeza de la OMC. Así las cosas, los acuerdos de integración están desplazando a aquella entidad como ente rector del comercio mundial. Los sistemas excepcionales de preferencias comerciales han dejado de lado ese carácter para convertirse en la norma común y fundamental que regula el actual comportamiento de los intercambios internacionales.

 

 

 

 

 

Referencias

 

Organización Mundial del Comercio-OMC. Estadísticas del comercio internacional. Disponible en: http://www.wto.org/indexsp.htm  [consulta: 11 sep de 2007].

 

Banco Mundial-BM. Sin autor ni título. [en línea] Disponible en:

http://siteresources.worldbank.org/INTGEP2005/Resources/overviewspan.pdf  

 

VINER, J. (1950): The Customs Union Issue, Nueva York, Carnegie Endowment for International Peace. Citado por SÁNCHEZ VACAS, Carlos. El crecimiento en

la teoría de la integración económica. [en línea] Disponible en:

http://www.ucm.es/BUCM/revistas/emp/11316985/articulos/CESE0404110271APDF

 

El mundo habla de comercio en India. En: BBCmundo.com (11 abr. De 2007) Disponible en:

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/newsid_6543000/6543827.stm [consulta: 11 abr de 2007].

 

Comunidad Andina de Naciones-CAN. Secretaría General. Consideraciones sobre los efectos en el comercio intracomunitario de los acuerdos comerciales suscritos por los países andinos con terceros. Documentos de trabajo. S.l. (24 de abril 2006). Disponible en: http://www.colombiainternacional.org/Doc%20PDF/INT-ConsideracionesComercioIntracomunitario.pdf  [consulta: 15 oct de 2007].

 

 



[1] La idea de la desviación del comercio se le debe al economista canadiense Jacob Viner, quien formularía su postulado en la década de los cincuenta.  Al respecto véase VINER, J. (1950).

[2] Aunque coloquialmente se asume la Unión Aduanera-UA como un Tratado de Libre Comercio que establece un arancel externo común a terceros países, la realidad es que una UA es más que eso, es “la sustitución de dos o más territorios aduaneros por un solo territorio aduanero” (véase GATT, artículo XXIV).

Regionalismo: la muerte del Leviathan

Introducción.

 

El decenio de los sesenta marcó un punto de quiebre en la evolución de los procesos de integración económica, particularmente en América Latina, los cuales bebían del pozo de la inspiración que ofrecía el MERCADO COMÚN EUROPEO.

 

La eliminación de las fronteras aduaneras y el desarrollo de programas de complementación económica eran estrategias que en dicha época se consideraban fundamentales para que nuestros países salieran de la pobreza. Sin embargo, la crisis de la década de los ochenta, primero; y la supremacía ideológica del neoliberalismo a partir de los noventa, segundo; enterraron un sueño de crecimiento compartido y abrieron camino a la filosofía de la libre competencia y a la extrarregionalización del comercio exterior de los países del subcontinente. 

 

Sin embargo, el concepto de integración no murió con la política de internacionalización de las economías latinoamericanas sino que en su lugar surgió el concepto de regionalismo abierto, el cual dio pié a varios fenómenos que requieren de una mirada cuidadosa:

 

-          el desarrollo de procesos de integración de regionales, en el marco de políticas de liberalización comercial hacia el resto del mundo,

-          la integración de economías industrializadas con las de países del llamado tercer mundo, y

-          la participación de un país en diferentes acuerdos de integración al mismo tiempo.

 

Esta dinámica, denominada regionalismo abierto por los economistas de la CEPAL, tampoco ha podido arrojar resultados significativamente positivos y, en consecuencia, al igual que el modelo de apertura económica, está viviendo su propia crisis. Sin embargo, la integración como categoría de la doctrina económica sigue siendo analizada por los especialistas y como experiencia de los países aún pretende enrutar a éstos en la senda del desarrollo. Pero, uno de los momentos más complejos del análisis de esta experiencia es su relación con el sistema multilateral de comercio liderado actualmente por la Organización Mundial de Comercio –OMC-, la cual está viviendo su propio vía crucis en la actual ronda de negociaciones de DOHA .

 

 

La integración económica y el multilateralismo.

 

Tomás Hobbes en su libro el Leviatán nos habla de el instinto primario del hombre que lo induce permanentemente a combatir a sus semejantes. El hombre es lobo para el hombre, planteaba el autor, y esto lo llevó a concebir la figura del Leviatán, una bestia creada por los mismos hombres para que los controlara y así evitar que los individuos  se destruyan entre sí[1]. Esta misma analogía se puede aplicar al origen y desarrollo del sistema multilateral en cabeza, primero del GATT y actualmente de la OMC.

 

El acuerdo general de aranceles y comercio –GATT- surgió en un momento de la historia que sintetizaba los hechos ocurridos en las dos conflagraciones mundiales y en el período entre guerras. Desde el punto de vista comercial, la pausa cronológica entre la primera y la segunda guerras mundiales había presentado dos características fundamentales que explican el surgimiento de lo que hoy se conoce como los principios rectores de la Organización Mundial del Comercio –OMC-:

 

-          la división del mundo en tres grandes bloques comerciales: el del imperio francés y sus aliados, el del imperio británico y sus aliados y el del continente americano,

-          la guerra comercial entre bloques.

 

Estas dos situaciones, bloques y guerras comerciales, serían, en teoría, una negación del multilateralismo comercial. Es por ello que, para evitar que el comercio internacional se interrumpiera y el mundo se dividiera en bloques, tanto el GATT en su momento como la OMC en la actualidad, se han regido, entre otros, por dos principios fundamentales:

 

-          El comercio sin discriminación y

-          La consolidación arancelaria o base estable para el comercio.

 

El primer principio, fundamentado en la centenaria cláusula de la nación más favorecida –NMF- del Derecho Internacional, pretende establecer un trato equitativo al ingreso de mercancías,  independiente del país de origen de las mismas. En otras palabras, lo que se busca es que la nacionalidad de origen no sea un elemento de discriminación.

 

El segundo principio, consolidación arancelaria, lo que busca es evitar una guerra comercial, puesto que una nación determinada, al consolidar ante el organismo multilateral sus gravámenes máximos, no puede, bajo ninguna circunstancia legal, aplicar tasas arancelarias superiores, lo que permite a los gobiernos y empresarios de las demás naciones conocer la posición negociadora del país que consolida y, además, prever el peor escenario que se le puede presentar en caso de que las relaciones políticas o comerciales con dicho país se deterioren.

 

Sin embargo, los principios básicos del multilateralismo, léase OMC, tienen excepciones que se aplican en circunstancias especiales, que fueron establecidas al reconocer que el comercio mundial se da entre naciones de niveles desiguales de desarrollo. Pero al aplicarse estas excepciones, inevitablemente se produce algún tipo de discriminación. Entre estas excepciones se destacan el Sistema Generalizado de Preferencias SGP y los tratados de integración regional económica.

 

 

El SGP y los tratados de integración económica en la OMC: las excepciones que destruyen la regla. 

 

Como resultado de las presiones de los países menos desarrollados a mediados de los sesenta, en el marco de las conversaciones sobre desarrollo de la UNCTAD, el GATT reconoció que era necesario permitir esguinces al principio de comercio sin discriminación que guiaba el comercio multilateral. La posición de los países del tercer mundo sostenía que era necesario reconocer un tratamiento especial para la importación de sus productos a naciones industrializadas, puesto que éstos son elaborados en condiciones inferiores de desarrollo. Con base en este reclamo se creó el Sistema Generalizado de Preferencias SGP y sus posteriores derivaciones como el ATPA y ATPDEA para las naciones andinas.

 

Ante este cambio, el comercio multilateral se empezó a regir por principios complemetarios: Uno de trato igualitario para la mayoría de los intercambios comerciales entre integrantes del GATT y otro de trato preferencial desde naciones desarrolladas hacia países del tercer mundo. Esta situación subsiste en la actualidad en el marco de la OMC. Pero además de ésta, existe otra excepción a la regla, la cual hace referencia al fortalecimiento del comercio regional y fronterizo, estimulando la creación de acuerdos preferenciales entre países que deseen acelerar el ritmo de liberalización comercial y realizar estrategias de desarrollo compartido.

 

En este marco se ha legalizado el proceso de integración europea que, aunque vive en la actualidad una crisis relacionada con su ampliación a 25 integrantes y la consolidación de su sistema político, es el más ambicioso ejemplo de integración económica que se conozca desde finales de la II guerra mundial. Igualmente, los grupos subregionales como el G 3, MERCOSUR, CAN, entre otros, se cobijan bajo esta norma que aún rige en la OMC.

 

Pero, lo que surgió como un esquema de excepciones que pretende reconocer que el multilateralismo es un sistema que se construye entre países de diferentes niveles de desarrollo y que busca crear las condiciones para un libre comercio mundial, se ha convertido en un spaguetti bowl  que ha traído caos a la reglamentación del comercio mundial a tal punto que en esencia el comercio internacional se rige en un alto porcentaje por las normas de los tratados bilaterales o regionales y en contados casos por los principios de la OMC.

 

Para demostrar que la OMC se ha convertido en un ente que regula las excepciones y que los acuerdos bilaterales son los verdaderos rectores del comercio mundial tenemos un dato contundente y un ejemplo patético. El dato contundente es que en la actualidad en la OMC se tienen registrados cerca de 250 acuerdos bilaterales, suscritos o en proceso de negociación.[2] 

 

De otro lado, el mejor ejemplo acerca de la hegemonía del bilateralismo sobre el multilateralismo es el comercio exterior de las naciones de la UNION EUROPEA –UE-. Para empezar debemos reconocer que entre los veinticinco integrantes de La Unión hay un régimen excepcional reconocido a partir del artículo XXIV del acuerdo general de comercio. Pero, adicionalmente, la UE ofrece trato preferencial a los siguientes grupos de países:

 

-          48 países menos desarrollados ingresan sus productos con arancel cero;

-          EFTA y países de Europa del Este y Balcanes tienen tratados comerciales de reciprocidad asimétrica,

-          ACP y países del Mediterráneo reciben trato preferencial para casi todas las mercancías,

-          SGP y SGP Droga y SGP-plusque ofrece un trato preferencial a países en desarrollo siempre y cuando no violen los Derechos Humanos,

-          Trato abiertamente discriminatorio sólo para Corea de Norte.

 

Después de restar todos estos tratos especiales, preferenciales en todos los casos a excepción de Corea del Norte, sólo queda el principio de Nación Más Favorecida, o sea trato OMC, para ser aplicado a ocho naciones del mundo: Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán, Singapur y Rusia.[3] Esto es, hay más comercio regido por regímenes excepcionales que por la cláusula NMF.

 

Adicionalmente, la ronda DOHA de negociaciones de la OMC, que se haya detenida por los conflictos que existen entre un grupo de países en vía de desarrollo liderado por Brasil y la India (el G-20) y los países industrializados, particularmente Estados Unidos, refleja lo que son los gérmenes de la confrontación comercial del mundo moderno:

 

-          Las negociaciones sobre el sector agropecuario, en las cuales se combinan los problemas de hambre de naciones asiáticas y africanas, las ambiciones de expansión de mercados de países con un alto potencial exportador como Brasil y Argentina y los altos niveles de subsidios y aranceles en Norteamérica, la UE y Japón, naciones que dan a este sector el carácter de estratégico;

-          La defensa de la propiedad intelectual particularmente en el sector de química farmacéutica, involucrando temas como el aseguramiento de la salud pública y el acceso a medicamentos y tratamientos por parte de la población de más bajos ingresos, los estímulos a la inversión privada en investigación médica y el control a los mercados monopolizados;

-          El comercio internacional de servicios, articulado éste a las diferentes modalidades aprobadas en la OMC, particularmente la tercera en la cual se da al capital internacional en el sector servicios el tratamiento de comercio y no de inversión extranjera.

 

El carácter paquidérmico que están asumiendo las negociaciones multilaterales de la OMC se ha convertido en caldo de cultivo para que las naciones vean en los tratados bilaterales y subregionales una alternativa viable para sacar adelante sus estrategias de ampliación de mercados y de internacionalización de las economías.

 

Para Patrick Low, Director de investigaciones y estadísticas de la OMC, la actual situación de estancamiento de las negociaciones en la OMC es la mayor crisis del sistema multilateral y de su solución depende en gran medida el futuro de la organización multilateral.[4]   

 

Toda esta situación nos está llevando a pensar que nos encontramos ante un escenario de alta incertidumbre para el multilateralismo. Lo que surgió como un sistema de excepciones, la integración regional, se ha convertido en un el nuevo sistema de negociaciones que desplaza a la OMC. La crisis de DOHA se acompaña de la profundización de las discusiones comerciales bilaterales en todos los continentes: TLC de Norteamérica con varios países del continente, negociaciones MERCOSUR – CAN, negociaciones de la UE con naciones de Europa del Este, etc.

 

Pareciera ser que el Leviatán del comercio mundial, GATT- OMC, estuviera siendo derrumbado por aquellos que promovieron su creación y que el carro que lo empuja hacia el abismo fueran los mismos tratados bilaterales de integración.  La excepción está devorando la regla.



[1]. Leviatán de Tomás Hobbes en: MENDEZ, Rafael. Clásicos del pensamiento universal. Intermedio, Santa Fé de Bogotá, 2000.

[2] ESTEVANDEORDAL, Antoni. En el Programa de Integración Regional, Universidad de Barcelona, BID, 2005.

[3] PRADO, Gustavo Martín. En el Programa de Integración Regional, Universidad de Barcelona, España, 2005.

[4] LOW, Patrick. En el ciclo de conferencias del Programa de Integración Regional, Universidad de Barcelona, España, 2005.

Los Acuerdos de Integración y la Soberanía de las Naciones

Por: Ph. D. Giovanny Cardona Montoya^
gcardona@esumer.edu.co
1. sobre los acuerdos y la soberanía
 
La esencia de un acuerdo de integración se deriva de la renuncia voluntaria a algún grado de soberanía, a cambio de unos beneficios que se obtienen como consecuencia del carácter recíproco de esta renuncia.
 
Lo que en esencia contiene un acuerdo de integración regional es el grado de renuncia de soberanía que cada país signatario hace, los niveles de asimetría y los tiempos en los cuales se desarrollará dicho proceso.
 

A pesar de que se entienda que la esencia del tratado de integración se deriva del grado de renuncia de soberanía que acometa cada país, también debe reconocerse que, entre más complejo es el proceso de integración, o sea mayor renuncia de soberanía, mayor es el compromiso de los países signatarios con la construcción de un futuro compartido. La integración económica, en su máxima expresión, es la búsqueda de un desarrollo compartido a partir de la conjunción de intereses entre varias naciones.
 
Para especificar lo que se acuerda, el tratado establece los ámbitos en los que se va a desarrollar la integración. Éstos pueden ser de bienes, de servicios, de capitales, de políticas sectoriales, etc.
Luego de clasificar los ámbitos en los que se desarrollará la integración, se pasa a determinar los sectores y subsectores socio-económicos que estarán involucrados en el proceso de integración. La predeterminación por parte de cada país de los sectores que se integrarían es fundamental para determinar, en la etapa de construcción del acuerdo, los principios y los criterios de reciprocidad, asimetría y gradualidad que se aplicarán en la implementación del acuerdo.

 
Un elemento fundamental que hace parte del acuerdo es la caracterización de lo que se denomina efectivamente lo nacional. Ante la inminente transnacionalización de los procesos productivos, se hace muy complejo determinar que un bien o servicio es originario de alguna nación en particular.
 
Por lo tanto, cuando se determina como objetivo de la integración el libre comercio intrarregional, se requiere de un sistema de reglas de origen que permita diferenciar lo nacional de lo importado y, así, evitar una triangulación que beneficie a productores de países no signatarios del acuerdo. Las normas de origen, las cuales pueden ser arancelarias o no arancelarias, pueden ser de dos tipos:
 
Normas de origen no preferenciales. Éstas buscan asegurar que cierto tipo de restricciones, como cuotas o contigentes, derechos antidumping o marcas de origen, sean aplicadas adecuadamente a productos de algún país determinado.
 
Normas de origen Preferenciales. Estas pueden ser de carácter recíproco o no recíproco. Las primeras buscan verificar que los productos o servicios beneficiarios de la preferencia sean originarios de un país con el que se tenga firmado un tratado de integración comercial. Las segundas aseguran que los productos o servicios exentos de barreras arancelarias o no arancelarias provengan de países escogidos como beneficiarios de preferencias no recíprocas, o sea, sin contrapartida, como el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) o el ATPDEA, por ejemplo.
 
La exigencia de normas de origen para el desarrollo de acuerdos preferenciales de comercio tiene una gran aplicación cuando son altas las tasas arancelarias que se cobran a terceros píases. Entre más altas son estas tasas, mayor es el efecto de distorsión de comercio que se puede producir, o sea, se genera un cambio de proveedores a partir de la firma de un tratado de integración comercial.
 
Algunos autores consideran que las reglas de origen que aplica el NAFTA son anacrónicas, adecuadas a sistemas de producción muy proteccionistas, a pesar de que Estados Unidos es muy flexible en esta materia, contrario a la Unión Europea que tiende a ser más rígido. El caso del ATPDEA puede evidenciar la flexibilidad de la política comercial norteamericana en esta materia.
 
Las normas de origen promueven comercio intrarregional en detrimiento de terceros países, lo que conlleva efectos de discriminación contrarios al espíritu de equidad que guía al Sistema Multilateral de Comercio regido por la OMC.
 
A pesar de que es mandato de la OMC, desde la Ronda de Uruguay, armonizar las normas de determinación de origen, en la actualidad para definir que un producto es originario de un país, se puede recurrir a varios sistemas de determinación de origen. Veamos algunos casos:
 
- Salto de Partida. Se define que un producto es originario de un país determinado cuando los insumos importados utilizados se clasifican con una partida (los cuatro primeros dígitos del arancel de aduanas) y luego de ser transformados (agregación de valor nacional) se pueden exportar bajo otra partida diferente.
 
El sistema de Salto de Partida puede tener diferentes formas de aplicación y en algunos casos se puede exigir que el Valor Agregado Nacional produzca un Salto de Capítulo.
 
- Transformación Sustancial. Este sistema para determinación de origen parte del principio que establece que un producto es merecedor de una preferencia cuando se demuestra que ha sido "elaborado" en un país determinado, lo que implica que los insumos importados utilizados son mercancías "diferentes" a la que se va a exportar.
 
Este sistema tiene muchas variantes, la mayoría de ellas se asocian con definiciones de un porcentaje de Valor Agregado Nacional (VAN) mínimo para la determinación de origen. En algunos casos se habla de 51% de VAN mientras en otros se determina un % de VAN medido exclusivamente en la cantidad de insumos nacionales utilizados para la elaboración de la mercancía a exportar. en este caso, la mano de obra utilizada para elaborar el producto final no se puede sumar como parte del VAN.
 
La experiencia del ATPA (1991 - 2001) y del posterior ATPDEA como preferencia unilateral de Estados Unidos a los países andinos en el marco de los acuerdos de lucha contra el narcotráfico, es un ejemplo interesante de los objetivos que persigue un país cuando aplica un determinado sistema de definición de origen.
 
En este caso, se exige que el VAN sea de mínimo 35% del valor final de la mercancía a exportar, reduciendo éste a 20% si se utilizan insumos de los Estados Unidos o de productores de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (CBI).
 
La consecuencia de estas preferencias ha sido el auge de los acuerdos de maquila entre productores norteamericanos y ensambladores de los países andinos. Por lo tanto, las reglas de origen del ATPDEA muestran claramente que lo que se está logrando es una exportación de mano de obra barata a través de las preferencias.
 
- Normas técnicas de origen. Estas se aplican cuando un país exige que las preferencias se concedan siempre y cuando el producto cumpla ciertos requisitos "técnicos de origen", como por ejemplo que la pantalla de los televisores sea de origen nacional, o el motor de los vehículos, etc.
 
La definición del sistema de criterios de origen puede ser determinante para que los productores de un país beneficiario puedan realmente aprovechar las preferencias. Así, por ejemplo, un sistema de determinació de origen que exija un alto nivel de VAN puede hacer que muchos productores no puedan hacer uso de la preferencia o, al contrario, una norma de origen puede generar una ventaja monopólica a ciertos proveedores en detrimento de los de otros países no beneficiarios. Incluso, sectores intermedios, proveedores de insumos, pueden desarrollarse gracias a la exigencias de unas normas de origen determinadas.
 
Hay que destacar que la existencia de normas de origen que generan ventaja potencial a productores de un país determinado, son un estímulo para atraer inversiones extranjeras.
En el caso de preferencias recíprocas, las normas de origen tiene utilidad en el caso de Zonas de Libre Comercio, pero no cumplen ninguna función en Uniones Aduaneras, ya que el ingreso de productos terminados o insumos desde terceros países por medio de las aduanas de cualquiera de los integrantes de la Unión, trae como consecuencia que éstos sean considerados nacionalizados en el territorio de todos los países signatarios.
 
2. Sobre comercio y desarrollo    
 
La última ronda de negociaciones del Sistema Multilateral de Comercio, la ronda de Doha, tiene una característica fundamental: pretende discutir temas comerciales aunados a temas del desarrollo. Por lo anterior, la discusión sobre políticas arancelarias se combina con el establecimiento de requisitos ambientales y laborales como condiciones necesarias para que un producto pueda disfrutar de los beneficios de la NMF.
 
La experiencia de los acuerdos de integración no se aleja de esta realidad. Los procesos de integración regional en América Latina, Norteamérica, Europa Occidenteal y el Este Asiático tienen características propias que los diferencian a unos de otros. Estas diferencias tienen que ver en parte con el mayor o menor nivel de estrategias y estructuras de Cooperación como complemento a los acuerdos comerciales. Veamos ejemplos:
 
- UNION EUROPEA desarrolla Comercio paralelo a la Cooperación
 
- NORTEAMERICA fundamentalmente Comercio
 
- América Latina tiene al Comercio como fuente para ulteriores procesos de Cooperación
 
- Para Asia la Cooperación trae como consecuencia el crecimiento del Comercio
 
- ALCA. De la experiencia de NAFTA y de la Integración den América Latina, se deduce que en las negociaciones se habla de Comercio y Cooperación como elementos independientes, aislado el uno del otro.
 
- El APEC discute temas de Comercio con Coopeación
 
- Unión Europea con América Latina. Acuerdos de Comercio y a la vez Acuerdos de Cooperación.
 
Estas experiencias de procesos de negociaciones combinan el tema comercial con los intereses de cooperación. El primer concepto hace referencia a la eliminación de barreras aduaneras al intercambio recíproco, mientras que el segundo tiene que ver con la creación de Bienes Públicos, esto es, la creación de Estructuras y Sistemas que sean de beneficio para todos los integrantes del proces de integración.
 
Así, por ejemplo, a pesar de la ausencia de tratados comerciales, los países del Este Asiático han incrementado sus intercambios comerciales recíprocos luego de vivir procesos de cooperación al compartir desarrollos tecnológicos, por medio de inversiones intrarregionales, lo que ha hecho que unos países se conviertan en proveedores de partes y otros en ensambladores de bienes con alto contenido de valor agregado.
 
El comercio derivado de la cooperación tecnológica es el resultado del desarrollo de bienes públicos como lo han sido el fortalecimento del sistema educativo o la modernización del aparato productivo de los diferentes países. Estos desarrollos se traducen en mayor capacidad productiva y comercial y en elevados niveles de competitividad que benefician a toda la región. Lo anterior convierte a la cooperación en una verdadera fuente de bienes públicos.
 
Desde el punto de vista comercial, los efectos son evidentes. A pesar de que Estados Unidos es el mayor país comprador de productos del Este Asiático, el comercio intrarregional, derivado de la cooperación tecnológica, ha pasado a ocupar el primer lugar en el comercio internacional de los países de la región. Este comercio se caracteriza por un creciente intercambio de partes y subproductos pero, adicionalmente, como consecuencia del incremento en el ingreso de la población se elevan el comercio de productos agrícolas y otros commodities.
 
En una dimensión mayor, la creación de organismos regionales como APEC, por ejemplo, se convierte en bien público en la medida que fortalece a toda la región, eleva la capacidad de negociación de sus integrantes, elimina exclusiones y, más que un pacto comercial, se consolida como un acuerdo de cooperación interregional que vincula al Pacífico Asiático con el Americano.
 
Una de las explicaciones de por qué ciertas regiones han asumido modelos de integración más asociados a lo comercial que a la cooperación es debido al hecho que éstos tienen menos costos de iniciación que los otros. La cooperación implica altas inversiones iniciales, las cuales se van reduciendo con el tiempo, contrario a los beneficios que se incrementan gradualmente.
 
Ejemplo de lo anterior es la Unión Europea, proceso de integración que exige inversiones significativas para sostener una política agropecuaria comunitaria, para desarrollar políticas colectivas de infraestructura, para crear una sola moneda o para realizar su dinámica de expansión geográfica. Sin embargo, estos costos se han compensado con creces si denotamos la forma como ha crecido el mercado y el ingreso al interior del bloque. La renta nacional y la renta per cápita de los quince primeros países, antes de la primera ampliación a comienzos del siglo XXI, ha crecido aceleradamente desde su vinculación al bloque.
 
 Temas relevantes de la cooperación en los tratados actuales son: políticas ambientales, infraestructura, apoyo a la mipyme, Ciencia y Tecnología. Sin embargo, el hecho de que algunos convenios privilegien fortalecimiento de lo comercial en el ámbito regional, no significa que se descarte el avance en materia de cooperación. De hecho, la globalización y el cambio técnico y tecnológico exigen un mayor intercambio de toda índoles, lo que exige que se generen más bienes públicos regionales, por lo tanto se hacen más necesarios los acuerdos comerciales, requiriéndose más incentivos económicos y comerciales, lo que se deriva en la necesidad de invertir mayores recursos de carácter regional.
 
Con lo anterior, simplemente queremos significar que si bien el Este Asiático o la Unión Europea han privilegiado la cooperación como componente sustancial de su desarrollo regional, también es cierto que el éxito de largo plazo en procesos de integración más comerciales, como es el caso de aquellos que lidera Estados Unidos, estará atado al desarrollo de más bienes públicos. Es un círculo dialéctico que indica que más comercio conlleva más cooperación y que no hay más desarrollo comercial sino se fortalece la cooperación.
 
En el caso del NAFTA es destacable el hecho que, a pesar de que no hacen parte de los objetivos centrales del acuerdo, desde su firma han crecido exponencialmente los recursos de cooperación tecnológica desde Estados Unidos hacia México.
 
Algunos analistas han considerado que las fallidas negociaciones del ALCA contenian un importante paquete de bienes públicos relacionados con soluciones al analfabetismo y fortalecimiento de la democracia. Para muchos, estos bienes públicos son más de carácter global que regional, sin embargo, la historia de América Latina y las deudas sociales y políticas que la región tiene, hacen que estos temas tengan un particular carácter subcontinental.
 
Pero, es posible que las negociaciones de integración en el continente requieran de estrategias de cooperación en materia de transferencia tecnológica y desarrollo de las mypimes, ya que éstas últimas son el mayor potencial para el desarrollo y crecimiento del sector exportador del la región.    
 
Por último, el control de fronteras en zonas tan complejas como la Amazonía, el Daríen Colombo-Panameño, por sus características naturales o los límites andinos como consecuencia del narcotráfico y del movimiento internacional de fuerzas irregulares, se convierte en un objetivo que atendido colectivamente produciría bienes públicos de beneficio subrregional, reduciendo los riesgos y elevando el atractivo para las inversiones y el comercio.
 
 
3. El derecho y la integración económica
 
El derecho moldea la realidad económica. La legislación parte de las realidades sociales y estandariza los patrones de comportamiento, el sistema de reglas de deberes y derechos.
 
Las relaciones económicas en el marco de los tratados de integración regional no las desarrollan los Estados, en última instancia son materializadas por los individuos. Las relaciones entre el Estado, la sociedad y la economía son sólo un aspecto de las relaciones sociales. Lo más relevante es entender que el Estado no sólo interviene en las fallas del mercado, como sujeto de relaciones políticas y económicas, éste no sólo trata de cubrir dichas fallas, sino que también induce a éste de acuerdo a intereses de una racionalidad política que le es característica.
 
Sin embargo, es claro que cuando hacemos mención a la racionalidad política del Estado, por ejemplo controlar la inflación o estimular el crecimiento económico, no se está desconociendo su relación con los verdaderos sujetos de las relaciones comerciales: los individuos. Es a través del sistema político (elecciones) que los individuos inducen al Estado para que sus decisiones de racionalidad política se acojan a intereses económicos de ciertos grupos de individuos en particular.
 
Los procesos de integración económica se fundamentan en normas que irradian a los países integrantes del bloque, pero la capacidad de irradiar a los actores de las relaciones comerciales (las personas naturales y jurídicas) es muy inferior a la que tienen los mismos Estados, a no ser que el proceso de integración pretenda crear un Estado nuevo (un supraestado), resultado del proceso integrador de varios Estados.
 
Por último, los procesos de integración regionales no existen de manera autónoma, por encima de ellos se encuentra el Sistema Multilateral de Comercio, el cual los considera como legítimas excepciones a su principio globalizador. El derecho, entonces, enfrenta un reto complejo cuando la supranacionalidad entra a incidir sobre las decisiones comerciales domésticas. Incluso, un tema que originalmente no es comercial, termina reglamentado por normas intrarregionales e incluso por la legislación del Sistema Multilateral de Comercio. Así, por ejemplo, el uso comercial del idioma puede estar restringido por normas internacionales sobre la información que los envases de los productos debe ofrecer a los consumidores. Exigir que un producto esté reseñado en inglés, a pesar de ser producido en un país de habla hispana, es cada vez una costumbre más generalizada.
 
Sin embargo, a pesar de la existencia de normas regionales o multilaterales, es la legislación doméstica la que en últimas tiene que asegurar que se puedan materializar los acuerdos. Por ejemplo, la Unión Europea liberalizó el mercado interno de capitales para crear un mercado integrado, sin embargo, no se ha logrado en más de veinte años crear un mercado financiero único. Cada país tiene una particularidad legal en el marco de la legislación comunitaria. Esto lleva a la pregunta de cual es el nivel de homogeneidad o heterogeneidad que se busca en un proceso de integración económica.
 
Por último, en la medida que la legislación modela las relaciones comerciales, es necesario entender que con el desarrollo de la ciencia y de la técnica, los mercados se transforman, lo que da origen a nuevas relaciones comerciales, que se dinamizan y exigen en consecuencia que la legislación se adecue y normatice cada nueva realidad. Los procesos comerciales, per se, también tienen una dinámica creadora que conlleva respuestas nuevas por parte de la legislación, ya sea en la dimensión nacional o internacional.
 
Entre más desarrollados son los Estados, mayores son sus niveles de simbiosis con la legislación. El derecho no es la negación de la libertad, es todo lo contrario, se desarrolla el sistema normativo para asegurarse que intereses privados puedan manipular al mercado libre. Un ejemplo de lo anterior serían las leyes antimonopolios. O sea, la ley existe para asegurar que se cumpla la libertad, de mercados en este caso. 
 
En los procesos de integración regional son los entes internacionales o supranacionales los que establecen las reglas de juego, pero son los Estados los que deben supervisar su cumplimiento.
 
   

El mundo despues del 11 de septiembre

EL MUNDO DESPUES DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001:

Terrorismo vs. Terrorismo de Estado

 

Por Ph. D. Giovanny Cardona Montoya

gcardona@esumer.edu.co

 

 El Contexto

Tan importante como los sucesos del 11 de septiembre de 2001, cuando sobre los cielos de los EE UU voló el ángel de la muerte y la destrucción, es el contexto en el cual se desarrollaron dichos hechos.

 

El fin de la guerra fría marcó cambios significativos en la geopolítica internacional, eliminando la confrontación ESTE OESTE, mitigándose la preocupación de las naciones europeas por una posible invasión militar o, al menos, ideológica desde Rusia.

 

La desaparición del “imperio del mal”, en palabras del expresidente Reagan, y la despreocupación de Europa Occidental por una posible confrontación, abrieron el camino para que EE UU se erigiera como potencia hegemónica en el plano militar y con deseos de consolidarse en otros ámbitos: el ideológico y el económico, principalmente.

 

Al finalizar la confrontación ESTE OESTE, quedaron huérfanos de padrino ideológico, un conjunto de conflictos étnicos, religiosos, territoriales y de otra índole, a nivel regional; los cuales han sido conocidos como de baja intensidad.  El fin de la guerra fría, mas que ayudar a mitigar estos conflictos lo que ha permitido es que atizarlos sea fácil, sin que para ello se requieran intereses directos de las grandes potencias; lo que no significa que no éstas no vayan a intervenir.

 

El ataque sobre los cielos estadounidenses también se ha desarrollado en un contexto político especial para este país. Después de las elecciones más reñidas que se conozcan en la historia de los EE UU, la línea dura de la política norteamericana se impuso sobre un ala moderada que se había consolidado socialmente.

 

George W. Bush, quien tiene los antecedentes de ser uno de los gobernadores (en Texas) que más penas de muerte ha ratificado, y que desde su campaña demostró tener posiciones duras frente a la política exterior, se erigió como presidente de los EE UU.

 

Bush, conservador y autoritario, coloca sobre la palestra de la política exterior, un bajo perfil frente a procesos que no son de su interés, y una posición intransigente frente a los temas de interés para EEUU.

 

Por último, la situación del Cercano y Medio Oriente vivía momentos particulares: el conflicto árabe israelí, a pesar de sus dificultades conservaba las esperanzas de consolidar un proceso de negociaciones con un fin concreto: paz para los israelíes a cambio de tierra para los palestinos. En este mismo contexto, Afganistán consolidaba un viraje de su anterior proceso de occidentalización hacia la islamización de su sociedad, bajo el control de los talibanes, otrora aliados de los EE UU en la lucha contra los gobiernos pro soviéticos en los ochentas.

 

Por último, el régimen Bagdad continua siendo piedra en el zapato para los EE UU puesto que la balanza geoestratégica se mueve hacia el antinorteamericanismo. Esto debido a que Arabia Saudí siente el contrapeso ya no solo de los Ayatolas, sino también de un sobreviviente transformado en mártir por el Islam: Saddam Hussein. 

 

 

Las consecuencias internas

 

El ataque a las torres gemelas  sacudió a la población estadounidense, colocó a los temas de seguridad y a la política internacional en el primer plano de la agenda ejecutiva y legislativa de ese país y rescató, de entre los escombros de las edificaciones destruidas, la vieja teoría del politólogo Samuel Huntington: El Choque de Civilizaciones.

 

Los norteamericanos descubrieron que ellos también eran vulnerables, que la guerra podía ser en su territorio, que los muertos podían ser suyos y que tierra bañada de sangre podía ser la suya. Los estadounidenses supieron que la nueva confrontación se podía desarrollar en los EE UU y no allende sus fronteras, como acostumbraban. 

 

Para el gobierno y el congreso de los EE UU, el tema del medio oriente ganó vitalidad. Cuando todo parecía indicar que la administración Bush le iba a bajar el perfil a su participación en las negociaciones en el conflicto palestino y que su posición frente a Irak iba a ser una e indiscutible para sus aliados, se presentó este suceso que ha obligado a revisar las estrategias de EE UU en el plano internacional.  

 

El mundo árabe se ha convertido en prioridad y la complejidad del tema ha hecho que las posiciones preconcebidas que se tenían sean revisadas. Cualquier decisión que se tome puede tener consecuencias impensables. Las decisiones de hoy tienen un mayor nivel de riesgo (militar y político) al interior del país, hecho que no sucedía antes.

 

Igualmente, el concepto de seguridad nacional ha sufrido un movimiento geográfico. Antes del 11 de septiembre, la seguridad nacional de los EE UU se vigilaba de fronteras para afuera, ahora se ha invertido la situación: el peligro puede estar de la frontera para adentro.

 

En consecuencia, las libertades individuales, la privacidad e, incluso, la suprema propiedad privada tendrán restricciones. La seguridad nacional se superpone por encima de los derechos individuales. Esto implica un cambio fundamental en una sociedad acostumbrada a vivir bajo criterios de individualismo casi ilimitados (al interior de su país). La defensa, precisamente, de ese estilo de vida requiere de sacrificios, de recortes de libertades y esto incidirá en las costumbres y cultura de un país altamente influyente para el resto del mundo.

 

 

Las consecuencias externas  

 

El gendarme del mundo está herido y eso lo ha revitalizado. Ahora tiene un compromiso con el mundo pero especialmente consigo mismo. Una combinación de responsabilidad para con el mundo con  deseos de venganza iluminará el camino de la diplomacia norteamericana. Habrá que redefinir el eje del mal para cabalgar, cual caballero cruzado medieval, tras su captura.

 

El aparato militar y la industria bélica tienen un segundo aire que legitima nuevas inversiones en armamento y operaciones en un nuevo teatro de guerra. Indiscutiblemente, Osama Bin Laden, ha unido a los norteamericanos en su contra y los amigos de la guerra no perderán la oportunidad para lucrarse de esta alianza.

 

Por último, ahora más que nunca, por lo menos desde la última declaración de guerra a algún país por parte de los EE UU, es indispensable para este país que no exista una Corte Penal Internacional que juzgue a sus soldados. Para la diplomacia militar norteamericana es necesario que sus manos estén libres para actuar sin restricciones en cualquier lugar del mundo que consideren estratégico para su seguridad. El ejército norteamericano necesita que se garantice que sus soldados no serán juzgados por sus actos ni ahora, ni nunca.

 

Visto desde lo externo, el mundo árabe se polariza. Estados Unidos es un aliado de Arabia Saudí y otros países del golfo, pero la población islámica de la región mira con recelo a un país que por muchas razones representa la negación de sus valores. Los fundamentalistas islámicos de la región, Palestina e Irak tienen un caldo de cultivo en los errores que cometa EE UU, para avanzar, cada uno en sus respectivas pretensiones. Y, es claro, que aunque las pretensiones de palestinos, iraquíes y fundamentalistas no tienen que ser las mismas, la verdad es que hay un blanco común: Israel.

 

Giovanny Cardona Montoya

Director Comercio Internacional

ESUMER

Gcardona@esumer.edu.co